Verte

 
¿Es posible sentir nerviosismo por algo que, no hace mucho, te daba tanta tranquilidad y confianza, proporcionándote una sensación de comodidad inusual y absoluta?
Así es como me encuentro, nerviosa, con muchas ganas, pero nerviosa en definitiva. 
Es probable que este fin de semana te vea, si todo sale bien, se va quien tiene que irse, y si no vuelve a ser un intento frustrado como la vez anterior, siempre que finalmente quieras venir a verme.
 No vayas a asustarte por mis palabras, aunque ya sé que no te asustas. Aquello que una vez te dije sigue siendo cierto, todo ello, por eso mismo no tienes que preocuparte, aunque ya sé que no lo haces. Sólo te pedí una cosa, y tú pediste lo mismo, que no cambiaran las cosas entre nosotros, y cumpliste tu palabra, ambos lo hicimos, no podía ser de otra forma...
Tengo ganas de verte, hace tiempo que no nos miramos a los ojos. Tengo ganas de abrazarte, fuerte, intenso, como aquél abrazo de nuestro último encuentro. Llevo semanas pensando en ese abrazo, mi mente lo reproduce y a veces, si me concentro mucho, puedo llegar a sentirlo. Tengo ganas de besarte, lento, largo, como ese primer beso inesperado. 
¿Sigues sin asustarte, verdad? No, claro que no, no espero menos de ti... 
Me apetece estar contigo, que nos contemos cosas que no pudimos compartir por la distancia, que riamos por bobadas, que podamos estar juntos en silencio, sin que éste nos incomode, que me abraces al dormir, despertarte bajo las sábanas, que me sorprendas con un beso inocente, que me sonrías entre besos... 
Estoy nerviosa, nerviosa por eso que hace tiempo tan natural sentí, nerviosa por estar contigo, por mirarte a los ojos, por abrazarte, por besarte, y no sé por qué. Quizás tema que algo haya cambiado, aunque no lo sintamos así.
Quiero verte, sólo así sabré si los nervios son por la distancia, por el temor a un cambio, o por las ganas de estrecharte entre mis brazos.
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