El agua rompe estruendosamente
contra la roca donde tu mente se refugia,
donde intenta conciliar con tu memoria,
con tus melodías,
con los arañazos rojos y febriles de los recuerdos,
con la espina silenciosa de la duda,
con tu sexo dibujado entre tus manos.
Conciliar noches tormentosas con
risas cayendo en las tazas de café
y sentir la maravilla de sobrevivir a la soledad,
sobrevivir en ese instante justo antes de la desolación,
de llamados oscuros de melancolía,
llamados que cuestionan los amaneceres que tu cielo dibuja.
y sentarse en cuclillas a
ver amontonándose en la fila del cine,
actores ávidos por creerse el cuentito que proyecta
tu sonrisa.