Por Hogaradas
Quien hoy me prohíbe no sabe que me está dando la llave para ser todavía más libre, si es que se puede.
Quien hoy me prohíbe todavía no se ha dado cuenta de que el dolor, casi siempre, consigue hacernos más fuertes.
Aun así, no es dolor lo que siento, quizás rabia, esa que surge cuando atada de pies y de manos no eres capaz de defenderte, la que provoca la impotencia, el no saber qué hacer, y todavía sabiéndolo no poder hacer nada.
No había imaginado esto, toda discurría en otra dirección, pero lo respeto, hay decisiones que siempre supe que no me corresponderían, y ésta es unas de ellas.
Al fin y al cabo, hay personas a las que nunca se debe mezclar y situaciones que es mucho mejor no forzar.
De todos modos, y sin ni tan siquiera entender casi nada, un día más me siento como la pieza de un puzzle que nadie consigue encajar, quizás porque nos encontremos resolviendo el juego equivocado.
Hoy escribo desde la indiferencia y soy feliz por haber conseguido llegar a ella y sentarme cómodamente en su regazo para dejarme mecer por la grata sensación de por no sentir, ni tan siquiera sentir nada.
Fría y calculadora, lo que antes me parecía un insulto hoy lo considero todo un elogio, así que me he vestido con las mejores galas, esas dignas de lucir tal día como hoy, las que me proporcionan la coraza perfecta para que nada ni nadie pueda llegar hasta mi corazón y lastimarlo.
Me siento bien, no podía ser de otro modo, acato la prohibición con respeto, nunca comulgaré con ciertas actitudes, nada ni nadie conseguirá hacerme cambiar, las distancia se hacen cada vez más grandes, pero yo sé que cada vez soy más fuerte.
Me siento feliz, soy libre y eso es grande.