Aunque el filo de tu boca ahora me haga sangrar, no te daré el placer de ver como emana mi sangre y como el caudal de un río, desciende entre rocas hasta el mar lleno de arena. Será invisible a los ojos del que nunca supo ni sabrá lo que es amar.
No podrás regocijarte con ese rojo que ahora cae rozando mi piel, esa piel que tantas veces se tornó fuego por ti.