sé que tu me sientes deambular en tu conciencia
oyes como retozo por la pradera
con tus manos y con las mías
superpuestas en el aire que rueda al caer tu párpado
ves que también hay un milagro tuyo
se abre junto al intenso pétalo de la luna
tu ropaje se ha trastocado con mi visita
y se esconde como una anémona que agoniza
sin extrañar la vida
vida que la damos tu y yo en este infinito descanso
este laberinto que nos desnuda
y yergue a nuestras ansias
luces ebrias ya del vino de su estío perpetuo
almas a solas en su descabellado pedido
pero he vuelto a la placidez de mi mano
ese sueño que me acomoda para acariciarte
ya no temo que un súbito girar de su dedo ocre y deforme
haga trizas el rasgo de tu pausa
Extraído de Guitarra Negra, Luis Alberto Spinetta, página 97.
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