- Ya vooooy, que se me quedan las gafas.
- Gafas, gafas ¡¡¡, para qué las quieres si se va a hacer de noche...
- Pero qué refunfuñona si son las 10 de la mañana, exageradaaaa.
Por fin arrancaron, atrás quedaban largos días de preparativos del viaje de sus vidas, poco más dejaban atrás, ambas sin trabajo y colgado en el corazón el cartel de “libre”, planearon una escapadita en furgoneta para recorrer la parte del país que no conocían, es decir … todo.
Al rato Leo se relajó, le dedicó una sonrisa a Ana y empujó el cd dentro de la ranura, a los primeros acordes Ana identificó el tema.
- ¡Anda!, has preparado una selección para el viaje, ¡qué ilusión!, de esas canciones para ir cantando con la melena al viento en el descapotable.
- Efectivamente, pero habrá que sacar la cabeza por la ventanilla de la furgoneta.
- Volaaaare oh oh .... ¡qué retro!, ¿toda es así? -dijo riéndose-
14 vueltas al cd después y bajo una tormenta de campeonato jugaban al cinquillo a la espera de que amainara para salir a dar una vuelta por el pueblo.
- Oye y ¿ dónde dices qué estamos ? - preguntó Ana mientras enfocaba con el frontal a las cartas -.
- En “matalascabrillasdearriba”.
- Pues vaya un nombre raro, debe ser en León o por ahí que le ponen esos nombres a los pueblos.
- No tengo ni idea del nombre del pueblo, Ana, llovía mucho cuando entramos y no leí el cartel. Me extrañaría que estuviéramos allá arriba, porque salimos de Murcia y tiramos para el sur.
- Vale, vale, ya sabes que lo mío no es la geografía.
- Ya, ni la geografía, ni la cocina, ni limpiar, ni jugar a las cartas. ¡Venga!, concéntrate y juega.
En ese momento alguien tocó en la ventana y dijo en un castellano desastroso:
- buenas noches, ¿hay alguien?.
Leo dió un salto del susto y ambas se miraron asustadas.
- ¿Qué hacemos? -pregunto Ana, hablando bajito-.