Viajar en el tiempo con Stephen King

Publicado el 29 marzo 2013 por Ou88 @galletita

Hoy no es un viernes santo cualquiera. Es un día para el recuerdo. Uno que va a figurar en los anales de mi historia y también en simples "29/03/2013" y para siempre en la última página de un gran libro que a principios de este año decidí regalarme. Y qué regalo, señoras y señores... qué regalo el que me dí.

Cuando fui a buscarlo ese enero me dolió en el alma que tuviera el lomo "lastimado" y fuera el último; me lo llevé igual pero envuelto, por supuesto. Y ya desde antes de tenerlo conmigo, y siquiera abrirlo, sabía que cada página valdría la pena y que este sería uno de esos libros largos para disfrutarlos con amor y cerrarlos casi con tristeza, como cuando se despide a un amigo muy querido. Y así fue.

Una vez más lloré con un libro de Stephen King. Lloré porque "22/11/63" fue tan bueno como me lo esperaba, también porque dejaba una historia y a varios personajes que me acompañaron durante 30 minutos, a veces más, a veces menos, durante todo enero, febrero y marzo. Ya tenía una imagen en mi cabeza para cada uno de ellos, por lo que los veía casi todos los días. 

Me despertaba y me llevaba bajo el brazo las vidas de Jake Epping, Sadie Dunhill, Deke Simons, ¡e inclusive la del mismísimo presidente John F. Kennedy! entre la de tantos otros. Y no era hasta que me sentaba que los saludaba, me preguntaba que estaría pasando con ellos, abría el libro y dejaba que me lo contasen. 

Fueron más de 850 páginas con viajes en el tiempo, risas , romance y miedo incluidos. ¿Cuándo no, eh?, ¿cuándo es que King no me deja boquiabierta? Siempre demostrándome lo loco que podemos llegar a estar todos, dependiendo de las situaciones a la que nos expongan. Y así también, ¿cuándo es que no me deja queriendo demás a uno de sus personajes?

La maravilla de las historias largas y de los buenos escritores... Crean vínculos que parecen estrecharse con la cantidad de hojas y el tiempo que le dedicamos los que los leemos. En lo personal le dediqué tres meses y, aunque acabé libros más largos en menos tiempo, no me arrepiento del que le dediqué a este. Tampoco quería apurar las cosas y, sabía, además lo que me iba a costar darlo por terminado.

Si pudiera compartir con ustedes lo que siento ahora más allá de las palabras, lo haría. Y sé que de esa manera muchos entenderían porque es que hoy me siento y les escribo esto. Cada recomendación que hago quiere tener todo eso que nunca puedo expresar por completo pero que acercándosele un poco, podríamos llamar satisfacción.

Regalense historias como esta. Conozcan a Jake, un profesor de treinta y tantos años que de vivir una vida sin grandes momentos que recordar, tendrá el futuro del mundo en sus manos. Todo esto cuando Al, amigo suyo y dueño de un restaurante, le enseñe los escalones que lo llevarán al jueves 9 de septiembre de 1958 para impedir el asesinato del presidente JFK aquel 22 de noviembre de 1963. 


¿Recuerdan lo que les comenté una vez sobre King? Él es capaz de hacerte creer que esa ficción que escribe puede volverse realidad. Eso es lo mejor de todo. Cuando lees esta y otras historias suyas, crees que realmente un día podrías ser vos el que descubra el mecanismo para volver en el tiempo. Quien sabe si no está haciéndolo ya alguien, y este post hoy existe y lo leen o de un minuto a otro resulta que jamás lo escribí.