Vista de la ciudad de El Cairo, con el río Nilo de fondo
Nos hospedamos rápidamente en el hotel y salimos a recorrer la ciudad para tener una primera impresión de la misma. Tomamos un taxi y nos dirigimos a la zona del bazar Khan El Khalili, recomendado por todas las guías turísticas de Egipto.Vista del Bazar Khan El Khalili, El Cairo
Es insoportable el asedio de los comerciantes que quieren venderte algo a toda costa. Además, todos reconocen que uno es extranjero e intentan adivinar el idioma de origen. Con sólo decir que uno es argentino todos dirán “Maradona” o “Messi” para intentar de hacernos sentir cómodos y empezar a vendernos. Me crucé con un comerciante que hablaba perfecto español. Allí me quede charlando un rato y cuando pregunté el precio de unos souvenirs, me dijo: “160 si quieres regatear, 80 sin regateo”. Como se imaginarán, todo allí es discutir el precio. Ya nos habían avisado de que intentemos siempre de conseguir una rebaja de más del 50% del precio. No compré nada ya que estábamos recién llegados y no tenía ganas de comenzar una negociación.Luego conocimos a un taxista que hablaba mitad español y mitad inglés, todo muy rústico. Nos ofreció llevarnos al hotel a un precio muy bajo. Nos llamó la atención pero terminamos aceptando. Cuando llegamos a su auto, vimos que no era un taxi oficial sino que era su propio vehículo. En ese momento el regreso al hotel comenzaba a ser medio extraño.A mitad de camino el taxista nos explicó que su hija se estaba por casar y nos dijo que el viaje nos saldría gratis si lo ayudábamos a comprar unas cervezas en el free shop para el festejo (a los egipcios no le venden bebidas alcohólicas). Esto nos pareció raro y no teníamos ganas de aceptar, de hecho, comenzamos a tener un poco de miedo. Finalmente, no sé cómo, terminamos aceptando por miedo a meternos en un problema. En el camino nos cruzamos con dos policías, uno de ellos le habló al taxista en árabe y enseguida se subió a nuestro taxi. En este momento lo bizarro alcanzaba su máximo punto. Mientras nosotros creíamos estar metidos en un lío, un policía se subía a nuestro taxi sin antes consultarnos. A las 4 cuadras se bajó y el taxista nos explicó que le había pedido que lo lleváramos esas pocas cuadras. Finalmente el taxista compró lo que quería y muy agradecido nos llevó al hotel. El viaje nos salió gratis, pero el momento de incertidumbre y sentimiento de inseguridad fue mucho mayor a lo que nos pudo haber costado un viaje normal.
A la noche comimos en el hotel. El recorrido de la tarde por la ciudad del Cairo ya había sido suficiente para un primer día.
Continuará..