Revista Talentos

Viaje en tren

Publicado el 21 abril 2015 por Isabel Topham
Los vagones corrían a una rapidez infinita, conmigo en uno de sus compartimento con mi portátil encima de la mesa y mis dos guitarras acompañándome en aquel caluroso día de verano. No sabía qué hacer y aún faltaban un par de horas en llegar a la estación. Terminé aquel interminable viaje, entrecerrando los ojos, con mis auriculares puestos y observando sin apenas atención el paisaje hasta que al fin, me venció el sueño. Pero, por el momento, me decidí a sacar una pequeña libreta de color azul y ponerme a escribir un rato. En cambio, no presté atención, aunque la verdad no supe cómo hacerlo. Dejé la mirada perdida en el paisaje para observarlo de lleno, cuando una lágrima de felicidad resbaló por una de mis mejillas. Sin querer me había ido completamente, vagaba entre recuerdos donde estábamos los dos riéndonos, abrazándonos y haciendo cualquier otra tontería que pudiese llamar la atención de los demás. Quería llegar ya, no podía aguantar ni un minuto más sin notar a qué sabían sus besos o cómo de cálidos eran sus abrazos. Estaba tan impaciente que, sentía la necesidad de verlo en todas partes. Volví la vista atrás y me adentré en mi nuevo proyecto, el cual yacía encima de la mesa, sin nombre, sin nada, sin inspiración. Tan vacío como de costumbre. No hacía más que relamerme los labios sólo de pensar en lo que fuese a pasar después.
En aquel último beso en mitad de la estación, con las maletas rodeándonos y con sus ojos clavados en mí intentando trasmitirme toda la seguridad que me falta ahora. Así, así quiero estar ahora, joder. Paseando por la ciudad de su mano, o sonreír cuando pronuncia en un suspiro mi nombre después de hacer el amor. Me quedé por unos instantes, pasmada por aquellos inútiles recuerdos, posando mi mano zurda en la barbilla y el mismo muslo sobresaliendo por encima de mi pierna derecha me encontraba cuando la alarma de fin del trayecto sonó repetidas veces. En cuanto reaccioné, recogí lo más rápido que pude todos mis bártulos, procurando no dejarme nada en el interior del compartimento y me apresuré entre empujones a la salida.
Allí estaba, igual que la última vez que nos vimos, guapísimo, en mitad de la estación, con una sonrisa de oreja a oreja y sujetando en una mano una carta, allí. A paso de película, corrí entre la multitud para abrazarlo, y dejar en donde pude todas las maletas y artilugios del viaje. Salté al vuelo, y nos fundimos en un abrazo, mi pelo ocultaba parte de su cara pero, no le importaba; y, a los pocos minutos nos dimos nuestro primer beso después de tantos meses sin vernos, repitiendo así la misma escena varias veces que, aún conservo en la memoria. Asomada al cristal, con los ojos llorosos y fluyendo un río por mis mejillas, mientras le observaba o, al menos, pude ver cómo se iba. Sin despedirnos el uno del otro, yéndonos los dos por nuestros caminos. Él hacía su casa, mientras yo seguía esperando a que el tren partiese de allí para que aquella dolorosa despedida no me doliese tanto.
Pude ver como aquel tren que me había llevado hasta allí, ahora se iba empequeñeciendo, y difuminándose a lo lejos al tiempo que se camuflaba en el verde paisaje, yo aún seguía sonriendo como una niña pequeña de estar a su lado después de tanto tiempo, por notar todavía sus brazos rodeándome el cuerpo. Aún seguía abrazándome, y yo sonreía por lo feliz que me hacía. Eran las 7 pm, ya atardecía y el tren daba su salida como último aviso para algún despistado que no se haya montado, o para quien llegase tarde. La gente corría de un lugar a otro, con maletas y mochilas de por medio, mientras pude ver la marcha del tren partiendo en dirección al atardecer cuando la estación se fue vaciando de gente y, nosotros, aún seguíamos allí mismo, de pie, abrazándonos, y mirándonos de vez en cuando aunque esta vez… a destiempo.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Isabel Topham ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Sus últimos artículos

Revista