El padrastro de una niña que tenía por nombre Aitana, era acusado como presunto asesino y violador de la misma muchacha. Subrayo lo de -presunto., porque fue una palabra que en toda esta historia, no fue respetada en ningún momento.
En primer lugar, se le crucifico públicamente, se mostró su rostro, se le insulto, se crearon portadas de periódicos con su cara en primera plana, y se monto todo ese cirio mediático que fácilmente se podría comparar con el de terroristas de tal calibre como "El Solitario".
Además, no fue solo un médico el que dio el resultado de asesinato y violación, sino ¡dos!
El final, ya se lo imaginan; este pobre hombre era inocente, y el fatal fallecimiento de Aitana, no fue más que una mala caída de un tobogán que le provocó a la chiquilla un coagulo de sangre en la cabeza.
Aquí dejo una imagen encontrada en Lo que me toca los cojones que ilustra muy bien el papel que tuvieron los medios de comunicación en todo este desagradable caso: