Mientras, el hombre menudo, de nariz afilada y pies descalzos, toca el violín sin cuerdas desde la jaula en donde Eva lo tiene atrapado. El hombre tiene fe en que sus notas imaginarias obtendrán la mediación del cielo.
Durante la escena, una joven mariposa vuela hacia la luz de una vela y le ofrece sus anchas y frágiles alas.
Pero toda ofrenda es inútil. Todo cambio exige la destrucción del mito.
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