Me encantaría despertar como curita que se arranca, como agua por el techo. Algo anda suelto en mí: yo me tengo que acordar quién soy. Fijarme dónde puse la sombra.Tender la colcha. Y una colcha recién tendida se cruza sí o sí con pliegues. Los cruza, los arma. Aunque se tire para arriba buscando se alise, se airee. Cada caída tiene una arruga. En el aire no hay sombra. En el aire no hay pliegue. Que cruce, que arme. Es más, de seguir un pliegue para evaporarlo, así de un tirón, se arma otro nuevo con un andar de mar. Perseguir un pliegue es lo complicado. Porque no se ve cuál sombra es de quién o de dónde viene la luz. Que lo cruza, que lo arma.
Pero perseguir un andar sin noche, con ojos de mayonesa, probablemente sea lo peligroso. Sobre todo por no tener enchufe. Sería dejar de ver todo para borrar las ganas de acostarse. De encontrarse con el contorno de la sombra y no entender su forma. Algo anda suelto en mí. Algo anda suelto.