Como sabéis, me encanta trabajar con editores de texto plano. Con ellos redacto la mayoría de los borradores de este blog, mi novela libre de literatura juvenil, Imi Otherwind y también llevo el diario de mi sistema de productividad, Pminq. Hasta hace poco más de un mes estaba muy contento con Notepad++ de Windows y TextWrangler de Mac para este fin. Pero resultó que también soy el feliz propietario de un pedazo de ordenador conocodio como Raspberry Pi. Y como suele ocurrir entre nosotros, los felices propietarios de un RPi, me reuní en la red de G+ con otros de la comunidad. A estos, de pasada, les oí hablar de un extraño editor antediluviano llamado Vim.
—Espera, Miguel, —me dije —¿de qué te suena eso? ¿no será el viejo, viejísimo vi, sin m?
Pues unas preguntas más tarde, resultó que efectivamente, así lo era. —¡Vaya!, todavía queda gente trabajando con vi. —{insertar sonrisa de aquellos maravillosos años}
¿Por qué?
Vi se desarrolló en los tiempos en los que el ratón era un animalito simpático que comía queso y los ordenadores eran unas cosas enormes con los que te conectabas desde un terminal tonto, solo con una pantalla y un teclado. Literalmente varias personas compartían ordenador a la vez. Si alguien se ponía a jugar querías hacerle cosas malitas; creo que así se inventaron los virus.
Por tanto todo estaba desarrollado para trabajar con el teclado y nada más que el teclado. Además, vi, estaba pensado para trabajar con cualquier teclado del mundo y eso significaba, básicamente trabajar sin teclas especiales. El problema, por supuesto, es que :e sirve para abrir un archivo, pero también se puede escribir como texto. ¿Cómo sabe el ordenador si estamos introduciendo texto o un comando? La respuesta son los modos de trabajo.
Dale a la i
Ve, descarga e instala el vim. Si la página es fea que da penita, pero no hemos venido aquí para eso. Simplemente busca el enlace a tu sistema operativo, que lo tienen, y baja el vim. Luego lo instala, ahora lo abres.
Sí, ya sé que aparece una bonita pantalla de ayuda, tú ni caso.
¿Y qué son esos misteriosos simbolitos en plan?
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Nada, tranquilo, solo te dicen que no hay nada en esas líneas, ni siquiera un espacio. Esto, hoy en día, ya no es necesario, pero le da su toque nostálgico. Cuestión de acostumbrarse.
¿Está abierto? Guay. Ahora dale a la i. Esto es que aprietes la tecla i del teclado, ¿estamos? Si no lo haces, Vim pensará que estás introduciendo comandos, no texto, y pensarás que todo es una locura.
Escribe
Escribe lo que quieras. Si te parece haces un copiar y pegar de este artículo. Da igual como quede. Cuando termines le das a grabar en la barra de menús.
Felicidades, ya sabes usar Vim tan bien como cualquier editor de texto moderno.
Pero hay más, mucho más.
Pasemos a modo comando.
//música de ikari warriors
Para ello le das a Esc. Ya estás en modo comando.
ahora si escribes j ó k, mira lo que pasa, no se escribe ni j ni k ni nada, sino que te mueves arriba o abajo; h ó l te llevan a izquierda y derecha, pero solo hasta donde llegue el texto. Si llegas a un lugar donde no hay nada, ni siquiera espacios, recibirás un bonito ping de error.
No es muy impresionante, de acuerdo.
Pero ahora ponte al principio de algún párrafo de texto con varias frases. Sí, puedes usar el ratón. En cuanto estés dale a ). Si, lo de cerrar paréntesis. Verás que te lleva a la segunda frase. Dale otra vez e irás a la tercera frase y así hasta que no tengas más frases a donde ir, momento en el cual cambiará de párrafo hasta llegar al final del archivo para recibir el obligado pitidido. Si abres paréntesis pasa justo lo contrario, vas a la frase anterior hasta que llegues al principio del archivo.
Esto ya es más útil.
Pero supón que sé que el capítulo 3 de mi novela está justo a la mitad del archivo. Para llegar a ella en el modo comando, escribo 50%. ¿Qué estás a un cuarto del final? Pues 75%
¿Y si quiero copiar y pegar algo?
Para ponerlo fácil, señala el texto a copiar como lo has hecho siempre con el ratón y dale a control c. Ahora, escribe 3p, ¿qué pasa? Que has pegado el texto 3 veces. 8p lo pega 8 veces.
Otra cosita útil: el comando . —sí, me refiero a un punto como . — lo que hace es repetir el último comando que hayas introducido.
Y así pues hay como chopecientos comandos diferentes. Demasiados para un post de “abrir boca”. Afortunadamente hay un buen resumen en pdf, te lo lees y puedes seguir explorando esto del vim.
Por cierto, para volver a modo de insertar texto, los comandos son i, o, a —con efectos sutilmente diferentes.
PMInq + Vim
Os prometo un post sobre cómo uso Vim para implementar Vim para que veáis como aumenta mi velocidad de manejo. Pero será más adelante. De momento jugad un poco con Vim y explorad por google, que sí, parece muy raro, pero merece la pena a largo plazo.