Y al final me he dado cuenta de que aunque haya circunstancias que cambien, (aunque estés a mil kilómetros de casa en Nochebuena) lo que siempre permanece cuando llega Diciembre es la sensación familiar que lo inunda todo. Es una festividad que huele a primos, a jamón, a abuelos, a regalos, a turrón, a langostinos, a tías con dos copas de más, a fotos ridículas.Y por eso cuando estamos en casa y podemos rodearnos de la familia sucede como con todo: dejamos de valorar lo que tenemos y damos por sentado. El problema llega cuando pasamos la Navidad lejos del hogar... entonces es cuando nos sentimos tristes, solos, melancólicos. Cuando la Navidad te inunda los recuerdos y, aunque intentes pasar de todo y decirte a ti mismo que es una noche como otra cualquiera... te duele.
Se acerca la Navidad y yo este año estoy en casa. Puede que precisamente por eso a veces se me olvide la suerte que tengo, lo afortunada que soy por poder sentarme a cenar en Nochebuena con mi familia y ponerme hasta arriba de jamón y sidra. Menos mal que siempre tenemos a Tim Minchin para recordarnos (por una vez de forma seria) lo que de verdad importa.