Como todaproteína, la sincitina está codificada en nuestro ADN, en un gen. Increíblementeel gen que codifica la sincitina no es humano. Es un virus.Lacapacidad de formar placenta ¿fué entregada a los mamíferos por un virus?, sepreguntaron los científicos.
Y asíparece ser. Diferentes estudios en mamíferos placentados desde entonces hanhallado el mismo gen de sincitina en chimpancés, gorilas y varias especies demono. El gen también es viral y muy similar.Añosdespués científicos franceses descubrieron una segunda proteína sincitina. Ligeramentediferente, ésta tiene como función aplacar el sistema inmunitario de la madre.De esta manera, la madre no reconoce al embrión y a su placenta como ‘tejidosextraños’, y no los rechaza.
Hasta ahorase ha descubierto sincitina también en ratones y conejos. También, codificadapor un gen viral. Hace poco se ha hallado una forma diferente de sincitina en grannatidad de especies de carnívoros: perros, gatos, hienas también portan en suADN un gen viral que permite a sus embriones formar placenta.
Va quedandoclaro en la actualidad que hace muchos millones de años atrás – y en variasocasiones – una cepa de virus infectó algún ancestro evolutivo de los mamíferosy les entregó la capacidad de formar placenta. Esta capacidad resultó ser muyconveniente y los mamíferos tuvieron, desde entonces, un tremendo éxitoevolutivo.
Pero estasimbiosis entre virus y mamíferos no se limita sólo a la placenta: en estosmomentos se han hallado unos 100.000 fragmentos de ADN de virus incrustados ennuestro ADN humano. Son tan numerosos que llegan a constituir un 8% de nuestromaterial genético.
¿Qué hacenestos virus metidos en nuestro ADN? Quizás la mayoría hayan mutado y se hayaninactivado, pero otros – como el de la sincitina – aún poseen capacidad paraformar proteínas y participar en nuestro desarrollo.Sorpresanincreíbles que la ciencia descubre día a día.
Artículooriginal.