Viviendo desde el interior… (i)

A menudo pienso que, aunque me ha costado llegar hasta aquí, al fin he aprendido a vivir desde el interior. No es fácil, en este mundo que tenemos y en el que lo exterior que acontece en nuestro día a día nos reclama la atención. Todos andamos preocupados por las circunstancias que nos envuelven diariamente y, al hacerlo, logramos abandonar lo que sentimos en nuestro interior y, como consecuencia, actuamos solo desde lo que pensamos y/o nos conviene en cada momento! Y esa desconexión con nuestro interior nos nos permite vivir la vida que en el fondo deseamos y merecemos…

¿Cambios rápidos de estado de ánimo? ¿Estrés permanente o ansiedad? ¿Incertidumbre o apatía? Todos esos son síntomas evidentes de nuestra huida permanente hacia el exterior, en este mundo en que reina la confusión! Y la mayoría de gente aprende a sobrevivir así, reaccionando ante las circunstancias cambiantes, pero sin responder desde su ser verdadero y profundo! ¿Cómo van a resultar nuestras relaciones personales, sociales o de pareja, viviendo de esta manera, sin ser nosotros mismos? ¿Cómo seremos coherentes con lo que vivimos cada día y con los que nos rodean? ¿Cómo pretendemos hallar serenidad y complicidad en nuestras relaciones, si no somos capaces de hallar todo ello antes en nuestro interior para luego poderlo compartir?

La confusión crea más confusión, a nuestro alrededor! Y mientras permitamos que nuestra mente divague a sus anchas y distorsione nuestra realidad, la serenidad no llegará a nuestra vida ni a nuestras decisiones.  Así, el encuentro de dos seres humanos que se esquivan a ellos mismos en su manera de ser, sentir y vivir, no puede dar más fruto que la confusión. Y esa confusión llega un momento en la vida que provoca sufrimiento! Porque nuestro interior conoce bien sus anhelos, sus deseos y sabe bien que deberíamos hacer!

Seguirá…

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