Foto propia.
Este poema ha sido escrito íntegramente en el confinamiento. De hecho, empecé a escribirlo el 28 de abril y hoy lo doy por acabado. Sin querer profundizar mucho en él, quiero guardarlo ya y ponerme con nuevos proyectos.
Es un poema tridecasílabo (13 sílabas) con una estructura repetitiva tal y como he vivido estos meses atrás. Así, las rimas son repetidas constantemente cada dos estrofas y, a su vez, creo que no hay mejor número de sílabas para (des)escribir un poema realizado en este tiempo.
Vivir entre barras.
¿Y cómo escribir sin pensar en lo que vives?
Alejarme de tus rezos y de homenajes;
de las mentiras, de los errores y horrores,
también de aquellas sombras que se vuelven luces.
Domar a los caballos sin halar las crines
es como escribir mirando solo los fines.
Volar a ras de suelo con viejos patines
es escribir sin pensar aquello que vives.
¿Y cómo te explico que mi ocio es sedentario?
Vivir recluso es lo mismo que solitario
y el mal menor seguirá siendo voluntario.
En mi ocio nada ha cambiado: ¡mi poemario!
La tristeza de borrar un verso, el calvario
de distraerse con todo el abecedario
y que fallen sílabas o vocabulario.
Bañarme en la poesía: ¡mi balneario!
¿Y cómo no caer en la desesperanza?
Escribir es bailar con las letras, es danza.
Vivir entre barras y sellar una alianza.
Es Temis equilibrando nuestra balanza.
Los sapiens entre naturaleza y finanzas
y creer en la madre tierra y su venganza.
Los poemas son tus amigos de confianza
que con el tiempo los lloras con añoranza.
¿Y cómo te puedo explicar mi disciplina?
La paciencia hace de una gran pila alcalina.
Yo aplaudo raudo al teclado a ver si ya atina;
los ojos cerrados, rimas en la retina.
¿Y cómo se explica lo que escribiendo sientes?
Mírame, aquí ya muchos no son suficientes.
No puedes guardar ni una palabra entre dientes.
El corazón late por los versos siguientes.
En un agrio mundo completo de impacientes
la poesía da al que la lee aliciente
a despertarse en un mundo con medio ambiente
donde pensar es nadar a contracorriente.