Mirar las cosas desde “dentro” es un privilegio! Esto te permite no juzgar las cosas que pasan en la vida solo por lo que parecen! Detrás de cada acontecimiento de nuestra vida, de cada gesto y actitud de alguien que te afecta, hay un sentido propio, seguramente muy lejano a lo que aparenta, a veces, incluso contrario. Ese sentido propio proviene de dentro, donde cada uno no solo es tal cual es, sino que todos somos iguales, pues tenemos similares sueños y emociones! Ver nuestra vida desde esa perspectiva nos hace sentir parte de la Humanidad y entender las verdaderas motivaciones que mueven y guían al ser humano! Lo que nos diferencia a unos y a otros -y lo que nos distancia o nos aisla- es lo que pensamos, pues los pensamientos están basados en lo que aprendimos, lo que experimentamos y, sobre todo, en cómo lo vivimos cada uno de nosotros.
¿Tiene el amor o el dolor un sexo, una etnia, una cultura, una condición humana diferente para cada uno? ¿Existe alguna emoción exclusiva de alguien concreto? ¿Es una sonrisa diferente según quien la haga? ¿El amor es diferente según la edad o del momento vital en que se siente? ¿El tiempo o el lugar condiciona una sensación placentera? Pueden variar los escenarios, las causas, los protagonistas o los instantes, pero todos y cada de nosotros sentimos lo mismo. Eso nos permite entender ese sentido universal que nos une a todos y hace comprensible lo que sucede a nuestro alrededor! La distancia, el aislamiento, la exclusión, son pensamientos y sentimientos fabricados por nuestra mente y, por ello, algo pasajero y seguramente fruto de las circunstancias externas y efímeras de nuestra vida!
Conmoverse ante la belleza de una puesta de sol o ante el arte, emocionarse ante la sonrisa espontánea de un recién nacido, sufrir ante el sufrimiento ajeno, alegrarse de la alegría del prójimo, preocuparse ante la incertidumbre momentánea, sorprenderse ante algo inesperado, son emociones comunes de cualquier ser humano. Puede variar la reacción, incluso puede variar la sensibilidad frente a los acontecimientos, fruto de nuestra voluntad o de la actitud de cada cual ante la vida! Pero, en el interior, todo es constante y sorprendentemente similar para unos y otros!
Reaccionar es actuar desde lo que percibimos de fuera! Responder es actuar desde lo que sentimos dentro! Reaccionar implica solo a nuestra mente y, por tanto, está supeditado a lo que la mente quiere y puede ver, mientras que responder es actuar desde lo que nos dicta nuestro interior, donde las emociones mandan! Reaccionar reafirma lo aprendido, lo que creemos ser sin serlo, lo que creemos nos conviene en cada momento sin ser realidad… responder nos permite alinearnos con lo que somos en realidad y cómo sentimos en cada instante de nuestra vida! Reaccionar nos hace, en el mejor de los casos, estar satisfechos temporalmente por nuestra actitud momentánea y cambiante, mientras que responder nos aporta felicidad integrando lo que somos y lo que anhelamos profundamente en nuestra vida!
Creo que desde siempre he tenido esa capacidad de entender desde dentro lo que acontecía en mi vida! Aunque también es posible que, por desconocimiento o miedo a aceptarlo, me refugiara solo ante lo que vivía y percibía en ella. Ni que decir tiene que eso me hacía sentir alguien especial, único y posiblemente raro, en un mundo en que la individualidad y la rareza son estigmas dolorosos y excluyentes ante los demás! Eso me hacía sentir sólo, apartado de quienes me rodeaban, pues en ellos solo veía diferencias -cada uno es como es o cree ser-, motivos para sentirme amenazado o inquieto, lo que me obligaba a justificarme continuamente y a reafirmar mi actitud ante mí mismo y los demás! Éra yo contra los otros y el mundo! La vida no era más que una continua lucha por ser tal cual pensaba que era! Y la felicidad y el amor no pueden ser fruto de ese conflicto personal contra lo que me rodeaba! Fueron momentos de soledad en compañía y de supervivencia ante el medio que me rodeaba! Y la vida, obviamente, no hacía más que ofrecerme ocasiones y más ocasiones para sentirme siempre así… creando momentos para sentirme amenazado, temeroso, víctima de los demás y de la vida!
Pero con el tiempo descubrí que si mi vida era así, algo tenía que ver yo en todo eso! Las personas que me rodeaban e incluso los acontecimientos de mi día a día estaban reafimando mi actitud ante mi vida, pero bastaba cambiar ésta para cambiar mi vida! Y obviamente es más fácil cambiar yo y mi actitud, que intentar cambiar el mundo y las gentes que me rodean! La felicidad no puede ser fruto de una contienda, es algo que nos une a todos y rompe ese tóxico pensamiento de aislamiento, que solo me producía sufrimiento!
La vida es poliédrica y bastaba cambiar mi perspectiva para cambiarla! Y, obviamente, esa perspectiva no podía depender solo de las circunstancias externas, pues ellas me hacían oscilar entre la alegría y la pena! Y descubrí esa perspectiva interior, en la que todo tiene su sentido y en la que uno encuentra la serenidad y el amor que tan dificiles son de encontrar en el mundo que nos rodea! Desde dentro, incluso un aparente y doloroso un silencio, un agravio, una ofensa e incluso una ataque, tienen su emoción gratificante, detrás! “Dime de lo que presumes y te diré de qué careces”! Así, tras la ira o la dureza, uno aprende a ver amor! Tras las palabras o actos hirientes, uno aprende a sentir compasión ante alguien que no ha tenido ocasión de aprender cómo gestionar el dolor… o el amor!
Y eso me llevó a tratar a los demás por lo que se oculta tras sus pensamientos y actos! No juzgo ni atiendo sus reacciones externas, sino intento entender qué emociones interiores le mueven a actuar como lo hacen! “Eres como Teresa de Calcuta” me reprocharon dos personas amigas recientemente, intentando avisarme de mi bondad excesiva ante ciertas actitudes hostiles o acontecimientos adversos de mi vida actual! Ante un comentario incisivo como éste -aunque fuera cariñoso y buscase que me protegiera ante la adversidad o el aparente maltrato de los demás-, seguramente podría llenar un libro, justificar mi actitud tolerante e incluso intentar convencer que, en esa manera de sentir y vivir la vida, está mi felicidad! Pero bastaría que explicase que solo siendo tal cual soy, actuando desde dentro y aceptando mi vulnerabilidad y, a la vez, la firmeza de mis emociones, puedo sentir la paz y el amor que todos necesitamos! Si niego lo que soy para sobrevivir, si rechazo las oportunidades para ser tal cual soy y siento, si permito que mi vida y/o mi mente solo me imponga solo enemigos, contrincantes, competidores, en vez de vivir, solo sobreviviré! Y la verdad, ya he sobrevivido demasiados años en mi vida hasta ahora, para ahora no concederme ya el privilegio de vivirla plena como una oportunidad para amarme y amar de verdad… y ser -por fin- feliz!
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