Revista Diario
Por si preguntas, aún recuerdo ese día en el que me esperabas ansioso en casa con la bañera llena a rebosar de agua caliente. Me recibiste en la puerta con una gran sonrisa, te notaba nervioso. Soltaste mis cosas en el salón y me tapaste los ojos. Me guiaste con tu cuerpo hacia una de las habitaciones. Sólo sentí vaho y un agradable calor. Habías llenado de velas aromáticas todo el baño. El ambiente no podía ser más perfecto. Podía escucharse música relajante de fondo. Aquél día no podré olvidarlo jamás. Tímido, me besaste en los labios, y poco a poco nos fuimos deshaciendo de nuestra vestimenta. Entramos juntos en la bañera, el agua rebosó y cayó cuál cascada hacia el suelo del baño. No nos importó los más mínimo, nos limitamos a sonreír y a dejarnos llevar por el momento. Puede que ese sea el mejor recuerdo que me queda de ti. Aún no sé si fue el miedo a estropearlo o a hacerte daño, sólo sé que algo me hizo alejarme de ti. Quizás no lo hice de la mejor manera posible, pero me fui sin decirte nada y desaparecí de tu vida una larga temporada. Perdóname, no fue mi intención herirte, sé que lo hice, y lo siento. Pensé que cuanto antes acabara con aquello, menos sufriríamos los dos. A día de hoy, por lo que me cuentas, eres feliz, no sabes cuánto me alegro. Eso significa que tomé la decisión correcta. Para tu tranquilidad, no podría irme mejor. El recuerdo de aquél día sigue vivo en mi interior.