No me meto con nadie. Mi casa dejó de parecer un hostal y ahora solo viene a mi casa quien yo quiero que venga. Ya no hago las cosas por cumplir con nadie, sólo conmigo. Por lo tanto a mi casa, solo viene gente que quiero. Gente en la que confío y con la que estoy a gusto. Y, sobre todo, gente que me respeta. Porque a mi casa no puedes venir a insultarme.
Y de esa misma manera, mi blog, es mi casa virtual. Y aunque yo me lo tome medio a guasa, no puedes venir a mi casa a insultarme. No puedes no por mí, porque a mí, me la bufa. No puedes por respeto a la gente que visita esa casa para pasar un buen rato. No puedes porque es mezquino y rastrero esconderse en el anonimato de las redes para soltar la bilis que llevas dentro. No puedes porque aunque no se note, estoy segura de que tus padres te habrán educado y se les caería la cara de vergüenza si supieran lo que haces.
No puedes venir a mi casa a insultarme porque crees que me conoces. Que sea una persona muy activa en las redes sociales no te hace conocerme. Que te puedan haber contado uno o dos cuentos sobre mí, tampoco. Básicamente porque si te crees que MI VIDA está en las redes sociales, además de cobarde, eres tonto. En las redes sociales está aquello que yo quiero que esté. Está esa parte de mi vida que me da igual compartir. El resto, me lo quedo. Me lo quedo para mí, para mis amigos y para mi familia. Y si tengo o no tengo pareja, si follo o dejo de follar, o si me hice lesbiana en el camino, es algo que no verás en las redessociales
Yvivo tranquila. Y, aunque sea algo imposible de comprender para una persona como tú, vivo feliz. Porque vivo cómo quiero, dónde quiero y con quién quiero. Porque hago lo que quiero y no molesto a nadie. Y de esa misma manera, exijo que no se me moleste. Exijo que se respete mi derecho a ser feliz como estime conveniente. Exijo respeto para mí y para los míos. Y lo exijo porque es lo que doy
Así que, con toda la educación que me han dado mis padres, y no, no hablo de la que se paga (que también), hablo de la que te dan en casa, te pido que salgas de mi casa. Que salgas y que cierres la puerta por fuera. Que busques una afición distinta más provechosa que ir soltando tu amargura en mi casa. Lee, teje o hazte una paja. Lo que quieras, pero fuera de mi casa. Y por favor, no me contestes. Ni te voy a dar de comer de nuevo, ni te voy a contestar más. Tampoco quiero saber quién eres. Ni a que dedicas el tiempo libre. Con lo que sé, sé bastante. A más ver. SÉ FELIZ