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Vocación. Las preguntas correctas e incorrectas, y las útiles, en cualquier caso

Publicado el 29 marzo 2010 por Martarg
Vocación. Las preguntas correctas e incorrectas, y las útiles, en cualquier caso
El periodismo es una profesión que se elige de manera vocacional la mayor parte de las veces. En el momento en el que tienes que tomar la decisión de estudiar una cosa u otra, te haces preguntas para averiguar qué camino seguir, hacia dónde tirar.
Yo me hice ese tipo de preguntas, y las respuestas estaban clarísimas: no quería estudiar otra cosa, era mi vocación, era mi plan, era mi ideal. Hoy lo veo diferente, y no es porque el peso de la edad añada lastre a mi perspectiva, es simplemente porque creo que no me hice todas las preguntas. No me hice las preguntas correctas, o las útiles. Me pregunté la mitad de la lección, y dejé la otra parte sin respuesta. Hoy me cuestionaría de manera diferente. Y no sé cuál sería el resultado.
De entrada, creo que si fuese hoy volviese a ese momento empezaría por no dar por cerrada ninguna puerta. A mis diecisiete años, ya llevaba tiempo descartando por completo caminos que "no eran para mí". Jamás pensé en estudiar Derecho, o Medicina, o Historia. En tu cabeza se levantan muros que no percibes como tales pero que te condicionan a tener un margen de decisión muy pequeño, precisamente en un momento de tu vida en el que todo deberían ser puertas abiertas. Somos, muchas veces, nuestro peor tirano.
Con todas las puertas abiertas, me haría preguntas de dos tipos:
A.- De tipo VOCACIONAL: qué me gusta hacer, con qué cosas disfruto, qué habilidades tengo, qué cualidades puedo desarrollar, qué conocimientos me apetece adquirir, qué profesión me gustaría tener...
B.- De tipo PRACTICO: qué tipo de vida me gusta llevar, qué cosas valoro por encima de todo (seguridad, diversión, rutina, espontaneidad...), qué cosas me resultan básicas en mi día a día (tener un trabajo estable, tener un trabajo interesante, planificar mi día a día, vivir sin saber qué ocurrirá mañana)...
Y aquí tenemos otro de los grandes debates internos que no he logrado resolver a raíz de este duelo entre vocación y profesión:
¿Quién disfruta más con lo que hace? ¿La persona que vive de su vocación y por lo tanto puede dedicarse 100% a desarrollar su faceta creativa, motivadora y constructiva?O por el contrario, quien comercia con aquello con lo que más disfruta, ¿no lo abre a otro tipo de intereses que lo pueden condicionar, alterar o deslucir?
¿Y la persona que tiene un trabajo rutinario, práctico y no vinculado con su vocación, pero puede disponer del tiempo libre necesario para llenarlo con esta faceta creativa, que queda libre de contaminarse con cualquier necesidad económica? ¿No crea mejor el artista que no vive de su arte? ¿No se convierte así una vocación en lo más parecido a tu ideal? ¿No la proteges de ensuciarse con necesidades que discurren por el lado práctico de la vida?
Son preguntas que no se resuelven fácilmente. Porque no todas las vocaciones pueden desarrollarse al margen de una profesión.
Supongo que lo ideal es encontrar el punto medio entre un trabajo motivador pero suficiente, y una vocación que poder mantener a salvo de pervertirse con intereses económicos pero que pueda florecer con algún tipo de desarrollo material.
El periodismo produce muchas frustraciones entre aquellos que lo estudiaron con la mente llena de ideales, porque insertar estos ideales en el día a día es como intentar ponerle a un pulpo una camisa de malla. No hay manera de encajarlo.
Sin embargo, caer en la postura derrotista y fácil de darlo todo por perdido, nos llevaría a un nihilismo de cliché, una pose también muy frecuente en ámbitos en los que la verdad absoluta no existe y los deseos, ideales y visiones subjetivas de la realidad se tienen que conjugar con la rutina y el modo de vida.
Creo que el periodismo ofrece muchas salidas y muchas opciones para quien quiera ejercer su vocación de comunicador, informador y analista de la actualidad. Pero creo que no hay caminos derechos ni directos para encontrar un hilo conductor que tenga coherencia y solidez. Si no cerramos nuestra mente a estas puertas que se abrían antes de empezar la carrera y que, a veces, debemos abrir una vez ejercemos la profesión, seguramente podamos encontrar nuestro camino y lleguemos a alguna solución personalizada con la que sentirnos, de algún modo, en equilibrio.
La vocación, en este caso, sería lo que nos debería empujar a buscarlo.

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