-¿Has volado alguna vez?- preguntó el niño emocionado-Sí, por supuesto.-contestó el hombre, muy seguro de sí mismo.El chico puso los ojos como platos y se quedó boquiabierto. Ese señor había volado. ¡Que emocionante!, tenía tantas cosas que preguntarle. Empezó por lo primero que se le ocurrió.-¿Cómo son las nubes por dentro? ¿Son de algodón de azúcar como las que vende Marisa?El hombre apartó la vista del periódico y sonrió.-Las nubes por dentro son gotitas de agua, muy pequeñas. En cuanto a si saben a algodón de azúcar nunca las he probado.El niño no cabía en su asombro, ¡gotitas de agua! ¡El tenía de eso en casa! Pero lo que más le llamó la atención es que aquel hombre que volaba nunca hubiese probado las nubes.. <<¡Qué bobo!>> pensó, y se le escapó una risita.-Oiga señor, ¿y cómo es el sol de cerca?El hombre desistió definitivamente en su lectura de las mentiras del día y se centró en el niño.-El sol de cerca es, déjame que piense...Enorme, y amarillo.-Alaaa... Señor, yo también quiero volar. ¿Puedo?El hombre rió de nuevo.-Claro que sí muchacho ¿Tienes billete?-¿Billete?-Para volar quiero decir.El niño volvió a reírse.-Pero que bobo eres, para volar lo que hacen falta son alas.El hombre le miró a los ojos, llenos de ilusión, y sonrió.