Sí, extraño lo que nos separaba también. Hubo un momento en el que te elegí, por sobre todas las cosas terrestres y celestes. A vos. Y en vos entrabas vos, con todo lo que traías y todo lo que te faltaba. Te elegí sin darme derecho a réplica. Sin posibilidad de cambio o devolución.Te elegí sabiendo que ibas a romperme en pedazos con toda la inocencia de un par de ojos infantiles. Sabiendo que tu forma de estar a mi lado no me alcanzaba ni me iba a alcanzar nunca.
Pero te elegí apostando a mi error. Desconfiando de mi odiosa etiqueta de sabelotodo. Te elegí con la ilusión como un ramo de flores en plena primavera y el corazón en el aire.
Y esperé. Esperé. Por eso cuesta tanto creer que ya no hay más tiempo para jugar. No más rayuelas, no más cuadernos de tapas azules, no más desayunos y caminatas por Banfield. Todo eso se acabó.
Pero te extraño. Con todas las letras.