Revista Talentos

Voyeur

Publicado el 29 enero 2015 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
Voyeur

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Hubo un hueco desde que la conocí, uno de esos lugares donde no queda nada más que preguntar por el pasado de cada uno. El mío bastante simple, no me había acostado con ninguna mujer, había tenido algún que otro acercamiento. Para no ser menos que lo que imaginaba del otro lado, mentí. Datos vagos, nombres inventados, características imaginarias, cosas que en realidad pasaron en películas. Dí mi número anticipándome a la suma de incomodidades, de desconfianzas, de celos del amor. El primer peso estaba afuera.

Ahora quedaba enterarme de ella. Ahí llega la sensación. Debo saber, no debo. Si me gusta todo de ella. Todos tenemos un pasado. Desde que me conoció me ama. Vive para mi. Yo siento mariposas en el estómago y se siente bien. Pero la curiosidad puede más. ¿Soy el mejor? ¿Soy el que la tiene más grande? ¿Estuvo con algún negro? Mientras estaba con otro sabía que luego vendría el amor de su vida.
Dejé de disfrutar, imaginaba, trataba de sacar datos. Sabía de un almacenero, de un pibe con el que vio una película, de otro que aún le escribía a riesgo de que yo lo matara a trompadas. Me los imaginaba ahí, en el mismo lugar donde yo me acostaba cada tanto. A ella diciéndole las mismas cosas. A los tipos tocándole el culo para hacerle un chiste. Una noche estallé, necesitaba saber.
Pedí detalles,los pibes de los que sospechaba no habían tenido chances fueron 7 u 8, ella no se acordaba bien, esa no era una buena señal. Puta de mierda, seguro estabas borracha. Decime que te decían, que tenías puesto. Cuantas veces fueron. ¿Te forzaron? Ella decía basta, lloraba. No me importaba, me había engañado con 8 tipos antes de estar conmigo. Y yo que veía algo de niña en ella, ahora tendría que engañarla, empatar. ¿Fue en esta cama? ¿Lo disfrutaste?. Te amo, por favor, no preguntes más me haces mal.
Fumé un cigarrillo, dos, tres. Hasta estar mareado. Ella tenía cara de post llanto. Me daba un poco de pena. Intentamos dormir. Imposible. Intentemos hacer el amor. Imposible, ya no es lo mismo. No se si nos seguiremos viendo.
Al otro día volví por más, necesitaba más información. La tuve y así fue un día tras otro. No miento si digo que me masturbé ante las escenas que imaginaba. Había reconstruido miradas, tacto, sudor, sonidos. Pude volver a hacer el amor. La imaginaba sometida por otros hombres, no podía concebir otra manera de disfrute mayor mientras teníamos sexo. Las mariposas en mi panza eran gusanos ahora. Me volví perverso, dije cosas hirientes. No pensaba en otra cosa a cada momento del día. Todos podían ser ellos, todos me veían como el que come las sobras de un banquete rancio.
La locura fue carcomiendo mi vida y nuestra relación. Necesitaba herirla de todas las maneras posibles, humillarla. ¿Cómo podía haber hecho eso? ¿Porque eso me daba tanto placer y tanto asco?. Llegué a juzgar imposible una vida sin ella, hasta que se cansó y me dejó. El poder se termina cuando uno abusa. El sometimiento permanente se vuelve costumbre, te hace aguantar más, ser más fuerte y en algún momento te levantás e inclinás la balanza. Ella se levantó y sólo me dijo que todo este tiempo me porté como un pelotudoMe marcó fuerte, sí que me marco. No puedo disfrutar con una mujer sin imaginarme su pasado, sin ser un voyeur de un pasado que mi cabeza reconstruye. Es un secreto que me averguenza, sería más facil decirlo pero como se irán a imaginar es dificil que alguien se entregue a vos teniendo tal perversión. Hay un problema más grave, ahí murió mi posibilidad de amar a alguien para siempre. Porque el amor es presente y futuro, nunca pero nunca está en el pasado, eso son solo alucinaciones.

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