Guindado en el techo de un baño público en el Hotel Hilton de Johannesburgo Julián Estrada sacó su cámara y su filmadora, con cuidado movió una de las placas del techo falso y comenzó a filmar y a tomar fotos, Nelson Mandela estaba haciendo sus necesidades y Julián realizaba lo único que sabía hacer, filmar y tomar fotos de gente cagando.
Julián nunca fue un niño normal, desde pequeño desarrolló ese placer por mirar, pero no por mirar pájaros, atardeceres, gente caminando, aviones ó flores, Julián miraba y filmaba gente en pleno acto defecatorio. Tuve la oportunidad de conocerlo en uno de mis viajes a un Congreso de Ociosos en Montevideo, Uruguay y fue donde me confesó su placer por espiar y filmar a los seres humanos en lo que el consideraba era el momento más indefenso de una persona a lo largo de su vida, me decía este argentino "Ché, vos has visto momento más vulnerable en la vida de un ser humano que cuando está allí sentadito, solo, con los pantalones abajo y además realizando todos los ritos que tiene que hacer la gente para poder relajarse y depositar los leños". Según Julián todas las personas tenían ritos extraños, formas distintas, fetiches y maneras para poder ejercer el derecho a liberar las tripas de la mugre en ellas contenida.
Yo me limité a decirle "coño Julián, extraño gusto el que has desarrollado, pero bueno cada loco con su tema". El tipo me dijo "y bueno querido, esto tiene un fin, me he dedicado a filmar gente famosa y no tan famosos, y pronto Warner Brothers finalmente va a producirme la película que siempre he soñado realizar, ya tiene hasta nombre, 'Historias Cagadas'.
Julián siguió hablando y me dijo, "mirá querido tengo a Madonna, al Dalai Lama, Sean Connery, Julia Roberts, Angelina Jolie, Tony Blair, Ricky Martin, Donald Trump y hasta a Maritza Sayalero en pleno acto con sus respectivas pocetas, de hecho tengo más de 500 personalidades famosas y unas 1200 personas de la vida, es más te cuento que Bill Clinton caga fumándose un tabaco mientras ve fotos de Monica Lewinski, Pelé caga después de echar una foto de Maradona a la poceta, tu presidente Chávez lo hace cantando el himno nacional y se pone una barba falsa para parecerse a Fidel Castro, el Papa lo hace mientras ve una foto de Satán y Jennifer Lopez se sienta al revés en la poceta. No te cuento más para que vayas a ver la película, y bueno no te vas a creer lo que la gente común hace, no te lo vas a creer", soltó una carcajada y se volteó para perderse entre los asistentes al Congreso.
Eran las 10:30 p.m. cuando sentí uno de mis clásicos retorcijones, de un salto me paré y agarré mi barajita de Bill Buckner, si de ese mismo infeliz que se le fue un batazo entre las piernas en la Serie Mundial del año '86 y que me causó mi primera gran depresión con apenas 12 años, cuando los Medias Rojas de Boston perdieron ese año juré que cada vez que fuera a depositar llevaría conmigo la barajita de ese nefasto personaje para de alguna forma figurativa sentir que me estaba cagando en él por el dolor que me había causado, ya sentado y concentrado en mi barajita me entró la psicosis pensando en que el argentino podía estarme viendo, con mucha cautela levanté mis ojos hacia arriba, así como quien mira a "ojo de perdíz" y alcancé a ver como se movía el techo falso de la habitación en que me encontraba y pude ver como Julián Estrada me filmaba.
Unos meses después me enteré que finalmente la película que conmocionaría al mundo se iba a estrenar en Nueva York, muy tranquilo me trasladé a la Gran Manzana para ir al estreno de la misma. Con alfombra roja y demás Julián Estrada fue recibido, un grupo de más de 500 personas se apersonaron para ver el "film" por primera vez. Hábilmente me logré colar en la premiere y lo reconozco pasé una pena terrible cuando ví que el nefasto argentino me había incluído en su "documental", una señora que estaba sentada al lado mío me reconoció y empezó a cuchichear con el marido, yo simplemente me hice el loco, me paré y salí a esperar el momento indicado.
Al rato comenzaron a salir las personas, una multitud se había aglomerado en la zona para aclamar al "gran director" argentino por su fantástica película, luces, sirenas, gritos, gente desmayándose y demás acompañaban la escena. Yo paradito allí esperé y finalmente Julián salió ante los aplausos y gritos, el tipo me vió y me dijo "y boludo como andás?, que bien salistes no?. Sin contestarle levanté mi índice y le indiqué una de las pantallas gigantes de Times Square, allí se podía observar con toda claridad a Julián Estrada, sentado en su poceta, vestido de Superman, cantando "Juan Charrasqueado" y con un peluche de un oso rosado.
Julián trató de decirme algo pero lo paré y le dije "a mi no me jode nadie", y me fui caminando.