vuelvo una y otra vez

fué una noche. una noche de mayo ó junio.ya no se notaba frío, y hacía una luna espléndida.habíamos quedado en reunirnos con una pareja que vívia a unos cuantos kilómetros.a las afueras de un  pueblo de la isla, en una casa que les habían alquilado l@s agricultores que vivían cerca.nunca sabré si ellos, después de ese encuentro donde las risas, el buen humor, las ocurrencias disparatadas y la confluencia de un@s cuant@s de nosotros que nos gusta hacer fotografías con otr@s que derrochan imaginación y alegría, habrán podido seguir viviendo ahí.no volví a verlos.justo cuando habíamos improvisado no sé si una escena sado ó simplemente un exceso de arte, atando no sé a quienes, porque no encuentro esas fotos, con unas sogas enormes que encontramos por allí a unas sillas antigüas, en medio de disparos de cámara, música a todo volumen, cerveza...apareció el dueño de la casa. cara indescriptible.pero con tranquilidad, se quitó su sombrero y dijo que había venido por si pasaba algo. tomó un vaso de vino con nosotr@s y se marchó discretamente.calmados poco a poco, aunque con amagos de risa todavía, decidimos darnos una vuelta por los alrededores.y entonces, cuando llevábamos un rato caminando, sintiendo el frescor de la  noche y el roce de las hojas de los árboles que nos humedecía la cara, los rayos de la luna iluminaron la ladera
  
era como un campo de nubes. de repente, solo se sentía ya  el sonido de la noche.nos adentramos como niñ@s entre ellas, dejando que nos escondieran, que nos rodearan, sorprendiéndonos con aquel blanco lunar que nos bañaba y disfrutando el olor y el momento.en mis sueños, a veces, vuelvo.para sentir esas flores, esa luz y esa alegría.