Wanted!!

Publicado el 15 enero 2016 por Evamric2012

Debía ser un gran duelo al amanecer tras el gran silencio, Django, Ringo, Navajo Joe, Frank James, o cómo quisiera llamarse ahora debía pagármelas aunque debiese atravesar miles de desiertos desde Veracruz hasta Río Bravo bajo las notas de Johny Guitar, sola y sin los profesionales, porque ÉL, sí, Él había de tener conocimiento de que había llegado su hora: la del gran combate.

Pero la verdad es que desde aquella mañana en la que lo retase no le oí ni volví a ver; estuve indagando acerca de su paradero, me serví del GPS, de la astrología, de la astronomía; busqué por hospitales de campaña, poblados Sioux, Navajas, Cheyennes, Apaches, crucé un par de palabras con Nube Roja, Oso Blanco, Toro Sentado, Conejo Corredor, Pájaro Pateador y Aroma de Azúcar mientras nos fumábamos un par de Ducados , pasé por la estafeta pero tampoco había telegramas para mí, hasta dejé caer la oreja entre los cotilleos de las chicas del burdel por si acaso se le hubiese ocurrido a algún forajido de paso por Ox-Bow dar algún soplo, y supiera al menos si había cerrado por derribo o por retiro el chiringuito de venta de armas. Nunca fue su estilo despedirse a la francesa, pero ningún resultado ni indicio me indicaron nada nuevo acerca de su paradero.

Se había ido como había llegado días atrás, por Missouri, dejándome casi muerta y con las botas puestas como cada vez que desaparecía con un par de bang-bangs. Así eran sus desapariciones como un claac-claac, lo que dura un chasqueo entre el pulgar y el corazón, un flash, un suspiro, un santiamén, un pis pas, un fiuuuu, un si te he visto ni me acuerdo, chata, con lo cual si bien soy rápida desenfundando no me da ni tiempo para agarrarlo por la capa o la cuerda de su Stetson y decirle, eh amigo, ¿pero tú de qué vas, guapito de cara?

Durante aquellas nefastas e interminables horas de agonía en las que escribía su epitafio y mi necro y ya dándolo por perdido, e intentando olvidarlo, los martes y los miércoles encendía el tocadiscos y ponía una compilación del jazz de los 50 (20 veces), I need you de los Beatles (40 veces), las sevillanas del adiós (10 veces), Si tú me dices ven (15 veces), La Sonata Claro de luna de Ludwig Beethoven (8 097 veces), algunas de Serrat, de Sabina, de Aute y de Zaz, (70 veces) releí Les Misérables (30 veces), Guerra y Paz (80 veces), Le Rouge et le Noir (unas 20), el Quijote (3 veces), Cien años de soledad (2 veces) y para terminar Crimen y castigo (9135 veces).

Llegué también a colgar por toda la ciudad y algún pueblo cercano carteles de búsqueda y captura con una sustanciosa recompensa.

Pero nada. Sin noticias de Gurb, ni de los caza recompensas.

Más de lo mismo. Yo. La misma cantina, la misma libretita blanca, y un día más de plantón dale que te pego con el reza al muerto y mata al vivo y Él sin dar signos de vida. Lo imaginaba con el caballo de hierro acompañado de los tres padrinos, haciendo sus apuestas tan tranquilito con el clan de los ahorcados.

Esta mañana he vuelto de nuevo allí, me he sentado en nuestra mesa, en la que he depositado bien a la vista mi Derringer, los dos Wincherster, los cuatro Colt Dragoon y el 45, con las municiones escondidas cerca del piano de John, completamente destrozada por dentro, desconsolada, alicaída, afligida, abatida, abrumada, con la cabeza más gacha que la de Jolly Jumper, encorvada, mirando al suelo, desesperanzada. Se oían rumores de que tal vez llegase de incógnito o disfrazado de Águila Roja en la diligencia de las 9 o en el tren de las 7 o en la caravana de las 10, pero conforme iban pasando las horas, escupí al suelo mi maldita y endiablada suerte.

De regreso al hotel he realizado varios conjuros y hechizos, puesto 19 velas negras boca abajo, invocado su regreso a todos los dioses de Lejano Oeste, se lo he rogado a los santeros de Cuba, a la Virgencita de Guadalupe, a la gitana del Sacromonte, a Calamity, una médium de las que te cambian la vida después del teletienda en casa, a la luz de la luna, y vía Li-fi estrella fugaz, y nada, nocing, cero, vacío, desolación y otro tanto más de nada.

Una vez más, Él, como cruel espectro del fantasmagórico desierto de Arizona debe ir a su bola buscando otras Pepitas Doradas, o quien sabe qué, quizás se lo haya tragado la tierra o comido algunos de aquellos buitres que merodeaban voraces a orillas del Mississippi donde hubiese caído sin alma su cuerpo por inanición.

A puntito estaba ya de firmar otro acuerdo y firmar la pipa de la paz con otro aliado, menos buscapleitos, meditabunda me hallaba en dichos menesteres, pluma en mano cuando de pronto, zasss, 1 cubo de tinta negra, 2 de pintura acrílica con cada uno de los colores del arcoíris, y 9 cubos más -3 de pintura metálica brillante, 4 de cobriza y 2 de una purpurina de tono granate tirando a tintorro pero sin brillo - acompañados de 3 toneladas de sopas de letras variadas con algunos quintales de interjecciones, varios kg de signos de puntuación y 7 María Moliners me cayeron encima, aplastándome contra el mármol frío.

Y es que desafortunadamente, esto de tener un Muso como el mío, pinche cabrón, cacho tozudo, y peazo animal del salvaje Oeste, es francamente cansador, y un sin parar.