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Publicado el 02 enero 2010 por Chufflo
Volvió el frío y volvió el viento. Son las cinco y casi media de la madrugada. Creo que soporto bien el frío. Pero odio el viento. Claro que morir de frío es una de las peores muertes que puedo imaginar. Otra que tira para atrás es morir ahogado. El viento aquí nunca es noticia, forma parte del pan nuestro, de los que vivimos por aquí, o mejor: de los que habitamos esto. Se utiliza la palabra "vivir" con demasiada alegría. He encendido la estufa. Me estaba helando. Me gusta el frío, sí, pero qué le voy a hacer, soy de gen meditarráneo. Querría más norte en las venas, ser más escandinavo, que no inglés. Danés, noruego, sueco. Finés no, que ya bastante afán suicida acarreo de serie... El viento ahora ya no se escucha apenas, pero ha pegado duro todo el día. Hay que estar atento y cerrarle la puerta en las narices antes de que se te cuele dentro. Si no, estás perdido. Te vuelves loco. Te vuelve loco. Más que del revés, te vuelve del envés la cabeza. Como un calcetín. Un cerebro detonado. Las circunvoluciones fuera de tiesto: espagueti-western, Sam Peckimpah. Por eso hay que domarlo, de alguna manera, al viento; zafarte de su aliento vampiro. Por eso quiero que sea el principio de un relato que empieza y acaba en Philip K. Dick: a uno de los personajes, de buen inicio, lo despierta el viento. El viento contra las ventanas, asiendo del gañote a las persianas, zarandeándolas. Luego está el tema de las distopías que vienen. Lo que es un absurdo, porque nunca se entra ni se sale de la utopía negativa. Todo allá afuera —y acá dentro— es distopía y es tránsito y es feísmo. Locos de atar y para que nos encierren. Por el viento que sopla, por el tiempo que se escapa. No la distopía que vendrá ni la utopía que pudo ser, sino la heterotopía que somos... Otra cosa para el apunte: desde ayer no hay publicidad en la televisión pública, según parece; por lo que Agustín Fernández Mallo debe andar de luto. Requiescat in pace, sí. Pero queda telecinco y queda antena tres, y también la cuatro. Y, cómo no, queda la sexta, ella y sus presentadoras, tan reguapas, y cada una con su par de tetitas, tan pien puesto. A mí es que lo afterpop debe haberme pillado tarde. Soy de la vieja escuela. Así que donde haya pechuga no me pongas al negrito del africa tropical. Que me rebelo.