Yo quería casarme en un día que tuviera muchas probabilidades de ser soleado, por lo tanto hablamos ya de verano. My love no quería casarse en Julio y Agosto porque el hace jornada intensiva en el trabajo y decía que prefería cogerse el permiso de matrimonio cuando aún tuviera jornada normal.
Extrapolamos a Junio y Septiembre, y esto ya fue más fácil. Enseguida descarté Septiembre porque suele haber muchas lluvias. De las dos bodas que he ido en Septiembre, una llovió el día de antes y mucha suerte tuvo la novia que el día B salió soleado, pero la otra llovió y llovió y no pudieron hacerse las fotos, todos pasamos frío... una caca, la verdad.
Por lo que decidimos Junio. ¿Y que día? Pues el sábado 15 porque si. Ja ja!
Antes gafas de sol que paraguas!
Un año antes, empezamos a mirar qué queríamos. Si una masía dónde poder organizar ceremonia (la de mentiras) y comida todo en el mismo sitio, con la condición de poner autobuses para llevar a la gente (y esta sería por la noche), o en una de las salas que el ayuntamiento tiene tan bonitas por Barcelona teniendo que ser al medio día y convite en algún hotel.
Después de mucho rumiarlo, MUCHO, decidimos que pondríamos buses y que sería por la noche.
Y ahora la pregunta del millón ¿en qué masía?
Me creé un excel con nombres de masías y sus precios con un número de invitados hipotético para ir haciendo comparaciones. Visitamos unas cuántas y la que no era demasiado cutrilla era muy cara. Incluso fuimos a una en medio de un polígono industrial, que desde el jardín donde se hacía el cocktail parecía que estabas en medio del campo, pero una vez entrabas al salón todas las vistas se transformaban en naves y fábricas...que cosa más horrible!!
Al final nos decidimos por una masía a la que habíamos ido en un bautizo y aún volveríamos a ir otra vez antes de la boda. Nos gustaba el sitio (a un lado el mar y al otro la montaña), la comida (gallega) y no era excesivamente caro.
Os diré que, un año antes, ya estaban ocupados casi todos los fines de semana del año siguiente, por lo que en según que lugares, hay que reservar el sitio con mucha antelación.