Por tierras de Albarracín primero debéis pasar,
después seguid a Molina que está puesta más allá.
Cantar de Mío Cid
Allí donde la carretera no pasa, sino llega, el romanticismo de una oportuna oferta de fin de semana proveía abundantes concepciones, siempre deseadas.
Entre semana, una vieja solitaria se afana, mientras escucha burlescos graznidos, a limpiar con la escoba los restos de tantas efímeras estancias.
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