Willy Toledo y la obligación de un artista

Publicado el 16 marzo 2010 por Bonhamled
 

Sin necesidad de consagrar a los intelectuales el papel de salvadores morales de la sociedad que en muchos casos tienen, es cierto que para muchos se erigen como voces desde la atalaya de la quietud del pensamiento o la vorágine del diálogo y del rifirafe ideológico . Todos esperamos que los que piensan sobre la sociedad, sobre la respiración natural de las personas en sociedad, la cultura como filósofos de un objeto físico, tengan un punto de vista que, al menos y como las sombras en la caverna platónica, nos deje sospecha, efluvio o aroma de un “algo” mejor. Ese algo mejor tiene que ver con la ética, con el futuro, con los derechos, con la democracia, con la libertad, con un mejor gobierno y con un "como no deben ser" las cosas. De esta forma un artista, un intelectual casi siempre ha acabado comprometiéndose con su tiempo y con su sociedad. Que ese compromiso haya sido más o menos político, más o menos ético o más o menos social dependerá del trasunto y de la era, no digo que siempre haya sido la mejor opción más correcta pero han actuado de catalizadores necesarios de cambio en el zeitgeist de cada sociedad.

También es cierto que hay otros intelectuales que sin formar parte del idiotés general acaban apoyando o beneficiando a los poderes establecidos y, con ellos, a los abusos que les son consiguientes y casi consanguíneos. Estos, los estómagos agradecidos, los palafreneros turiferarios de lo que no debe ser no son sino esos pequeños traidores que se dan en cada doce personas en el número trece. Son, si lo son de manera voluntaria, abominadores de ese efecto o aspecto básico del intelectual: poner de manifiesto lo que la realidad tiene de incorrecto, de diatópico, de injusto y gritarlo aún a riesgo personal para que la sociedad se mueva, ande, avance, crezca. Su réditos en terminos económicos, de fama, de reconocimiento y visibilidad han sido las cuarenta monedas de ese oro bastardo de la rendición y la traición.

Otros artistas han vinculado sus vidas y sus trabajos a una causa política o social convirtiéndose en propagandistas más o menos afortunados, incluso han llegado a cremarse en el crisol de esa ideología-religión. De ese vinculo y lucha por la propaganda han nacido todo un arte propagandista que abunda en tales beneficios de las teorias, casi siempre las más absolutas: comunismo, nazismo, etcétera, y denigra y solivianta, tantalizando, la imagen de sus enemigos. Son especialistas en crear enemigos, en cerrar filas, en hacer unidimensional el discurso sobre los diferentes puntos de vista pero, al menos, tiene ese vector o ese vórtice arrebatado del arte aunque en su oscura trastienda griten "Viva Stalin" y justifiquen sus asesinatos. Por poner un ejemplo son aquellos que fueron a ver a un moribundo Pinochet de salida del avión del que escapó de Londres, el primer mundo al que todo dictador aspira, simulando enfermedad y demencia para como un "Lázaro" vergonzante levantarse con las palmas de sus apologetas y jaculadores, esos artistas son, con esa torpe sonrisa del que cree, huyendo del tiempo, que ha huido de la justicia de la historia ya que lo hizo de la de los hombres.

Mi pensamiento en este artículo, tras esta disgresiva introducción, va hacia esos artistas cuya ideología, la que sea, se pone por delante de esa necesidad, voluntad y trabajo activista, disidente y crítico que todo artista/filósofo/escritor necesita para ver la realidad. Para como intelectual no ser connivente con los errores y abusos de los poderes, de las ideologías, los grupos de poder, las tradiciones y los hechos consumados de las sociedades. Es decir el compromiso básico con la verdad, la realidad y lo que debiera ser como pieza inicial sobre el que erigir un pensamiento y no estar mediatizado o dirigido porlas ideologías cegadoras, izquierdas y derechas, hasta llegar a justificar el autoritarismo como si los muertos de las dictaduras entendieran de esto.

De esta manera los artistas, por disidentes, son más necesarios que los “palmeros” del poder por mucho valor “artesano” que acaparen en su actuar artístico. Los artistas como efecto básico de resistencia, preocupación y pensamiento se posicionan cuestionando al sistema y tanto más en contra cuanto más abusivo y autoritario sea. Por eso los intelectuales de más allá del telón de acero se vestían de liberales o incluso conservadores para quejarse contra el abuso comunista, por eso en la España de Franco la mayoría de los intelectuales de valor se sentaron contra la dictadura, por mucho que durara un desierto de cuarenta años. Y por eso, también, las ideologías más absolutas se han buscado a esos adláteres encantadores y encontradores de razones celestiales tras el abuso de lo autoritario para hacerle el trabajo “sucio” de la propaganda.

Tras esta larguisima introducción ahora y como diría Eduardo Mendoza, huyo por fin de la didascalia y acudo a la sindéresis de la apodíctica. Esto es, yendo al grano:

Me extraña que el actor Willy Toledo de cancha a las dudas sobre la dictadura cubana poniéndolo en una falsa balanza en comparación con España en términos de derechos humanos. Permitiéndose dejar libre el fiel para comparar el desaguisado de cincuenta años de dictadura comunista en Cuba con la democracia imperfecta, siempre son perfectibles las democracias, de España. También me llama la atención que un artista como Miguel Bosé no se sonroje al decir que no tiene posición sobre el asunto de la muerte del disidente Orlando Zapata. Me llena de tristeza conocer, como conocí, las opiniones de Juan Benet sobre Sotzhenitsin o los tragos de traición de Cela en sus años de delator franquista

Debo, en una benevolencia sin base, entender que lo que dice Toledo o lo que parafrasea Bosé son solo extractos, sacados de contexto, pequeñas apreciaciones que no deben nunca justificar una muerte ni una dictadura, pequeñas boutades para apoyar tal espectáculo o tal nuevo disco, así lo creo y creeré porque no puedo pensar en semejante inmundicia intelectual siendo artistas, y permitiéndose colaborar, aún en esa pequeña parte alicuota, con los trucos y mágias poco taumatúrgicas de los spin doctors del abuso y el autoritarismo dictatorial.

Sin embargo son muchos los artistas que se enfundan en su ideología para, sin atisbo de crítica, atacar con acerbo interés al enemigo, nunca adversario, nunca rival, y, sin embargo, no ver la paja de lo que no debería ser su ojo propio, esas dictaduras embadurnadas de pez ideológica. Me entristecen esos mal entendidos intelectuales que no se resisten al autoritarismo y la falta de derechos y adoptan una posición ética como un omnipresente Albert Camus, y su némesis: el partido comunista, o un Dionisio Ridruejo, y una dictadura que fue y lo fue mucho tiempo. Desatendiendo ese compromiso con la verdad y, en parte, comparten "bote" con los que a fuerza de negar los derechos a otros justifican el abuso y la muerte y aquellos otros que se aprovechan de posibilidad de criticar el sistema democrático para justificar el sistema autoritario de la satrapía, en este caso en Cuba, en otros en Chile, en Argentina, en Venezuela, y en otros muchos lugares del mundo en un revisionismo de los dictadores que hiere y hiede

Por eso considero que esos intelectuales, vendedores de discos o entradas de cine o teatro, no son sino sepulcros blanqueados, sepulcros de una intelectualidad que debería ser activa y con los ojos abiertos contra el abuso, es su compromiso “sacerdotal” de profesión. Y son blanqueados porque tras la blancura de la ideología se permiten establecer un doble criterio, un doble rasero, crear barricadas en vez de derrotarlas, hacer llover lágrimas con la justificación altoparlada del dictador o el asesino. Acaban siendo una envolvente y atractiva carcasa que simula cultura, como parecido a futuro, y solo son vendedores de productos con la idea soberana pero terrible de la dictadura en su boca.

Estos mismos, Toledo, lanzan contra los que critican ese acompasamiento con los diretes de las dictaduras precisamente lo que los disidentes no pueden hacer en esos países, quejas, petición de respeto al que piensa diferente, criterio de salvaguarda de la opinión, ignorando que ese mismo requerimiento les deshabilita para el planteamiento inicial. Willy Toledo y otros muchos se manifiestan en favor de los hechos de una dictadura porque la democracia existente en España lo permite, lo contrario, quejarse de la dictadura cubana es, en Cuba, simplemente un acto de valentía heroica y en otros casos heraldo de cárcel, tortura y destrucción física. Y eso es una diferencia que debería hacerles pensar.

Si estos son los intelectuales que nos han de salvar de la estulticia nesciente de los que quieren opacar la inteligencia. Los que han de ayudarnos a enfrentar, a cada uno de nosotros, el griterio absurdo y terrible de los negadores de los derechos de los otros, nos veremos abocados, como un Unamuno triste y redivivo a gritar “Viva la muerte” con aquel generalote manco, inválido, turbio y amenazante delante de nosotros. Por suerte muchos, la mayoría de los artistas, se liberan de la venda de los ojos y no se dejan llevar como oveja por el pastor por la senda terrible que lleva a la justificación de lo abominable. Esa misma senda que llevó a los asesinatos, los homicidios, los abusos, los genocidios que luego nos ensombrecieron la mirada, el pensamiento y la historia a todos y que por mucho que estuviera guarnicionada de ideología no dejó de ser terrible y lóbrega.

Artistas necesarios, artistas equivocados. Recuerdos del día de mañana.

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Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.