Alaska, 20 de septiembre de 2010,Ella se llama Xiang. No entiende el castellano ni el catalán. Pero habla inglés (y chino, supongo). Yo entiendo el castellano, el catalán y el francés, pero no el inglés (ni el chino). Mientras gesticulamos voy pensando en aquel profe que me recomendó el francés en la escuela porque me iba a servir mucho más que el inglés. ¿No ves que Francia está al lado?. Gilipollas. Yo, digo, por creerle. Xiang y yo nos reímos. Al principio nerviosamente, pero luego con ganas, visto el absurdo en el que ella y yo estamos metidos. Hay feeling, pero no nos estamos enterando de nada. Ni yo de lo que quiere, ni ella de lo que quiero yo. Estoy casi solo en el ayuntamiento. Podría emplazarla a otro día, con un traductor, pero.
Espera. ¿Porqué no? Miro la pantalla del ordenador. No perdemos nada. Ella me mira y asiente. Busco en google el traductor de elmundo.es que utilizo para emergencias y empezamos a hablar:Yo: "Hello Xiang. We can speak for the translator, I will be able to explain to you better the documentation that you need".
Xiang: "Idea perfecta. Puedes ayudarme tú en información escuela. Gracias."Así durante un cuarto de hora, más o menos. "I seem Tarzán speaking English". Nos reímos a carcajadas. Conoce a Tarzán.
¿Un traductor?. Más que eso. El ordenador se convierte en el tercer elemento de la relación educativa del que hablaba Herbart. Entre el educador y el sujeto de la educación, ese tercer elemento suele ser la información, los planes de trabajo, los objetivos, las actividades, todo aquello que se transmite en ambas direcciones. y que hacen que no se trate de una relación simbiótica. Sí, ya lo sé. He dicho ordenador y no Internet. Pero sólo porque los que habían demonizado la informática se habían referido a la frialdad del gran trasto que se interpone entre el entrevistador y el entrevistado. Un muro tras el que el tecnócrata se esconde. Mmmm. ¿Seguro? Han pasado los años y el gran trasto se ha hecho cada vez más ligero, más femenino, más flexible, más...humano. Entre Xiang y yo hay una mesa y una hermosa pantalla plana que, con un leve giro, deja de darle la espalda. Mi PC rompe por un momento la distancia, que es el segundo motivo de la existencia de una mesa. Xiang me mira, lo mira, escribe, vuelve a mirarme. Yo la miro, lo miro, nos miramos, asiento. Nos reímos. Y vuelta a empezar.
Un diálogo a tres en el que Hal da cuenta de lo impenetrable, pero introduce sus propios equívocos. No es una comunicación perfecta. Como la vida misma. Alguien dirá que Internet no puede ser el tercer elemento. Que es sólo un convidado de piedra. Pura información. Tecnología.
Quizás sí. Yo sólo sé que cuando giro 90º el ordenador, donde antes sólo había una mesa y un muro entre el entrevistado y yo, ahora se despliega el mundo.
Ilustración: C.J.Burtónhttp://factorialossanchez.blogspot.com