Quisimos ver el infinito
Aproximando nuestra mirada al cielo nocturno:
La noche nos pobló las pupilas con estrellas.
Una diadema de arcoíris
Seciñó a la nebulosa moribunda
Pero estábamos enamorados
Y no advertíamos que un río de sangre
Envejecía para atarrayar el último suspiro.
De todos los caminos escogimos la noche
Como bandidos tapiados
abejorrabamos el deseo en los labios.
No nos ganó el bermejo bosque de la pasión
Para oscurecernos como famélicos vámpiros;
Ni tampoco el blanco emplumado en silencio
Para temerle a la nada obstinada de los ángeles;
Quizás, amor, dudamos del girasolado sendero
Que te encandelilló la piel hasta dorarla
Pero tu ternura les ganó meciéndolos en tu pecho
como veletas desorientadas.
(Escogimos bien;
Todavía seguimos a tientas amor
Sin soltarnos la caricia atrincherada.
Un huso apasionado
Sigue tejiendo la primera noche de amor en el paraíso.)
Tu vientre pasó por todas las pruebas
Añorando parir una raza hecha solo para el amor
La última noche
Unimos toda la fuerza que nos restaba de futuro
Y nos amamos
Con los ojos cegados:
Nunca hubo tanta luz
Y nunca sobró tanta oscuridad
Para reconocernos en la caricia.
Los dioses jamás nos perdonaron.
Xibalbá!
Nació aquél día.