Xiii edición: la máquina del tiempo

   ¡Sean bienvenidos a esta nueva edición de El Tintero de Oro! Pensando en un destino para celebrarla caí en la cuenta de un dato. ¡Es la decimotercera! No soy supersticioso pero tampoco osado, y prefiero no tentar la suerte sin necesidad. Así que, por si acaso, se me ocurrió un escenario mucho más tranquilo de los que solemos visitar, aunque no por ello menos fascinante por lo que ya contiene: el almacén de EL TINTERO DE ORO. 
     Sí, amigos. Muchos me habéis preguntado dónde guardo los recuerdos de nuestros viajes. Pues esa es la respuesta. En él, junto a los más de trescientos relatos que han participado hasta ahora en las distintas ediciones del concurso, se encuentra la nave espacial con la que fuimos a la Luna; la rosa de El principito; un poema de Lord Byron y el pergamino donde Mary Shelley comenzó a escribir Frankenstein; la peluca de la señora Bates; una escama de dragón; el mazo de roqué del señor Torrance; un fósil del centro de la Tierra; el Anillo de Poder o las chocolatinas de Winnie Wonka.
   Esa era la idea, pero nunca sabemos lo que el futuro nos tiene preparado. En este caso, esos planes cambiaron cuando escuché una intempestiva llamada a la puerta del almacén mientras organizaba los preparativos de la gala.
   Abrí la puerta con más curiosidad que determinación y observé a un tipo con una imagen bastante anacrónica. Vestía un terno marrón de cuadros estampados en chaqueta, pantalón y chaleco. De este, resaltaba una cadena de reloj de bolsillo.
   —Buenas noches, caballero. Creo que está en posesión de algo que me pertenece —me dijo con un refinado acento inglés.

XIII EDICIÓN: LA MÁQUINA DEL TIEMPO

    ¿Quién era este tipo? ¿Qué era lo que yo poseía y que, según él, le pertenecía? El extraño personaje me observaba esperando una respuesta. No era una mirada agresiva, pero tenía la suficiente determinación como para que me diera cuenta de que no le iba a bastar con un simple “creo que se equivoca”.
    —Creo que se equivoca —Había que intentarlo de todas formas—. Señor…
    —Nunca importó mi nombre, pero en cierta ocasión me llamaron el Viajero a través del Tiempo —dijo mirando tras de mí, hacia el fondo del almacén.
     Con esa presentación no me hizo falta girarme para saber qué es lo que sus ojos grises estaban observando.
    La Máquina del Tiempo.

   Si recordáis, utilizamos la Máquina del Tiempo para viajar a 1816 y compartir una velada con Mary Shelley, pero nunca os conté las circunstancias de cómo me hice con ella. La verdad es que no fueron nada excepcionales, aunque sí trabajosas. La vi a la venta en ebay, pero se me adelantó un grupo de jóvenes científicos tan frikies como yo. Intenté convencerlos para que me la vendieran. Sin éxito. Afortunadamente, poco después sacaron a la venta una edición exclusiva del guantelete del infinito (los que hayáis visto las pelis de Marvel sabréis de su importancia) y en esta ocasión yo fui más rápido. Cuando les propuse el trueque, Sheldon Cooper no pudo resistirse.

No fue un mal trueque después de todo.

   Esto fue lo que también le expliqué al Viajero a través del Tiempo para convencerlo de que me había hecho con ella de manera legal. No hace falta que les diga que eso no le bastó e insistió en que le devolviera su máquina.
    —Un momento. ¿Cómo puedo saber que es suya?
   El Viajero a través del Tiempo sacó algo del bolsillo de su chaqueta. Era una palanca exactamente igual a las que servían de controles en el panel de la máquina. 
   —Construí esa máquina en 1895. Dijeron que era solo un truco de magia, me acusaron de ser un vulgar prestidigitador. ¡Necios! ¡Ignorantes! Sus cortas miras les hacía imposible ver algo que a mí me resultaba tan cristalino como el agua: el Tiempo es una dimensión más, junto a las otras tres dimensiones espaciales. 
    —La Relatividad general de Einstein —apunté.
   —¿Cómo dice? ¿Einstein? —El Viajero a través del Tiempo se quedó pensativo—. ¿Se refiere a cierto judío que trabajaba como administrativo en una oficina de patentes en Berna? Lo recuerdo. 
   —¿Co… conoció a Einstein? 
   —¿Conocerle? Su mente era brillante, de los pocos seres humanos capaces de comprender la verdadera naturaleza del Tiempo. Tuve que ayudarle en sus cálculos, pero creo que sin mí hubiera logrado terminar su teoría de todas formas.

Desde luego, H. G. Wells fue un visionario

     En ese momento ya me había atrapado por completo, así que le dejé pasar. Cruzó todo el almacén corriendo, hasta que llegó a la altura de la Máquina del Tiempo y se arrodilló para revisar su estado. Viendo la seguridad con la que comprobaba las barras de níquel, el aceite de la varilla de cuarzo o el alineamiento de los carriles de bronce ya no me quedaba ninguna duda de que era quien decía ser. 
   —Fueron unos irresponsables —dijo—. ¿Cómo tuvieron la osadía de viajar al pasado? ¿Se da cuenta de lo que podrían haber provocado? Lo que somos en este instante es consecuencia de una sucesión precisa de acontecimientos que se remontan a la Creación. Cualquier alteración en la cadena causa y efecto podría ser fatal. 
    En ese momento me sentí como un niño al que el profesor le pilla copiando en un examen. 
   —¿Có… cómo sabe que lo hemos hecho? 
   —¡Por Dios! ¿En qué época se cree que vive? —noté cierto sarcasmo en la pregunta—. Cuando me sustrajeron la máquina supe que solo en internet podría descubrir su paradero. Un artefacto tan único haría que su poseedor lo mostrara tarde o temprano en las redes sociales. Así que cuando leí que cierto grupo de escritores viajaron a 1816 no tuve dudas de cómo lo hicieron. 
   Pillados en toda regla. Noté un incontenible rubor en la piel, así que pensé que lo mejor era cambiar de tema. 
   —Y bueno, ¿qué le parece el futuro? 
  —Querrá decir su época —respondió mientras se incorporaba—. ¿Acaso piensa que no hay más futuro que el que está viviendo ahora? Si aspira a ser escritor debería ser más preciso con las palabras. 
  —Eh, claro. —El tipo sabía cómo sacarme los colores—. Me refiero a esta época, a sus avances tecnológicos, a sus… 
  —¡Decepcionante! —exclamó poniendo pie en el interior de la Máquina del Tiempo—. La verdad es que esperaba algo más de la Humanidad, pero esta claro que la adversidad fortifica en la misma medida que la comodidad degenera. 
  —¡Oh! Tenemos cosas muy buenas. Fíjese en internet, por ejemplo. 
  —Un buen ejemplo. ¿Se da cuenta de que hoy día poseen un acceso al conocimiento como nunca se podría haber soñado? Ahí está uno de sus problemas. Como saben que a un solo clic pueden acceder a cualquier información, no se esfuerzan en aprenderla. Piensan que ahí estará para cuando les sea útil, y de mientras se dedican a perder el tiempo en frivolidades y polémicas de bar. 
  —Bueno, eso es un poco… 
 —Caballero, he estado un año buscando mi Máquina en Facebook o Twiter. Sé de lo que hablo. 
  No encontré manera de rebatir su argumento así que le pregunté qué tenía pensado hacer a continuación. 
  —Viajaré mucho más allá —respondió—. El año 802.701 me parece tan bueno como cualquier otro. 
    —Eso es muy lejos, ¿tiene idea de lo que pueda encontrar? 
   —Tal vez el paraíso, tal vez un infierno… Quizá no quede ni rastro de Humanidad. ¿Quién sabe lo que nos puede deparar el futuro? 
   —Me pregunto si no es un viaje demasiado peligroso para emprenderlo solo. 
   El Viajero a través del Tiempo me miró con una media sonrisa. 
   —¿Desearía acompañarme? 
   —¿Cree que en la Máquina podríamos caber veintitrés personas? 
   —Bueno, si no les importa viajar un tanto apretados…
   En efecto, nunca podemos saber qué nos va a deparar el futuro.

RELATOS PARTICIPANTES

1. SOFONISBA por Marta Navarro en su blog CUENTOS VAGABUNDOS

2. LA VENTANA ABIERTA por Ramón Márquez en su blog NOVELESCO

3. LA SALTADORA por Sara Nieto en su blog CUENTOS CONTIGO

4. ALFA CENTAURI por Mirna Gennaro en su blog ISLA DE LOS VIENTOS

5. A VECES SE ROMPEN por Beba Pihen en su blog AHORAYODIGO

6. CUERNO DE CABRA por Tara en su blog TARA

7. CERDO ILUSO por Luigi Callieri en su blog RELATOS EXCLUSIVOS

8.LA VERDAD por Ulises Castellano Orihuela en su blog BOOK TO LAND

9. DOS MANOS NO SON SUFICIENTES por Paola Panzieri en su blog DE AQUÍ Y DE ALLÍ

10.LA NIÑA DEL PARQUE por Conrad Crad en su blog RELATOS FANTASMA

11. EL CORO DE BABEL por Beatriz Vélez en su blog CAFÉ LITERATO

12. EL PRISIONERO Y LA ENCINA por Paco López Castelao en su blog CASTROARGUL

13. REQUIESCAT IN PACE por Francisco Moroz en su blog ABRAZO DEL LIBRO

14. LOVE STORY SOBRE AZUL por Bruno Aguilar en su blog MENSAJE DE ARECIBO

15. ¿VIVA O MUERTA? por Yessy Kan en su blog MANIFESTKAN

16. LOS DÍAS PERDIDOS DE LA ABUELA por María Pilar en su blog RETAZOS DE VIDA

17. EL TESORO por Mª Carmen Piriz en su blog ALGUIEN CON QUIEN HABLAR

18. PROYECTO CANLARCHÍN por Jorge Valín en su blog ENTRE LAS BRUMAS DE GALLAECIA

19. VIAJE ANULADOpor Puri Otero en su blog DULCINEA DEL ATLÁNTICO

20. EL OJAL NEGRO DE LA SEMILLA DEL TAMARINDO por Emerencia Joseme en su blog VIAJE Y FOTOS

21. LA MIRILLA por Josep María Panadès en su blog RETALES DE UNA VIDA

22. NACIMIENTO DE UN BEST SELLER por Araceli Rodríguez en su blog LA ESCRIBIDORA
23. WHATSAPP por José R. Capel PURPLE en su blog RELATOS EN RE MENOR

     Recuerdo a los autores que tenéis hasta el día 10 de abril de 2019 para emitir vuestros votos. Deberéis elegir los diez relatos que más os hayan gustado y otorgar diez puntos al primero; nueve, al segundo; ocho, al tercero... hasta dar un punto al décimo. 
AVISO: si no enviáis los votos, el relato no contará en la clasificación. Podéis consultar AQUÍ las bases. También está a vuestra disposición  la comunidad de Facebook, a la que podéis acceder AQUÍ o, si lo preferís, la comunidad de MeWe AQUÍ.   Nada más por hoy, el próximo día 15 de abril se celebrará la gala de premios, desde un futuro muy, pero que muy lejano.
  Y mientras viajamos hasta el año 802.701 os propongo una combinación irresistible: Lectura y Música. Para leer, nada mejor que nuestro ejemplar de AHORA QUE NADIE NOS OYE, el primer hijo literario del concurso, que podéis adquirir ya en Amazon
   Pero una buena lectura sabe mejor con una buena música. Y para ello os propongo el tema Godspeed perteneciente a la maravillosa  banda sonora original de la película The Time Machine (2002) compuesta por Klaus Badelt.

¡Saludos Tinteros!

  Nota: El texto está inspirado en la novela original La máquina del Tiempo, de H, G, Wells. En el mismo aparecen algunos fragmentos literales de la citada obra.