Xviii

Los animales, los bichos, las plantas
y las fuerzas; un grito de despiadado silencio que me tapa.
se asoman los arboles infinitamente altos y vigilan mi estadía.
El viento que revuelve los montes,
siguiendo mis huellas y mi muerte alerta que me aconseja.
El aullido de los ríos lejanos, y el crujir de las hojas,
la dorada acuarela con las que nos baña el sol a la mañana.
El fresco aire de las alturas, la blancura panorámica de las nubes
en los ojos del gato.
Es la selva que me espera.