Hay cosas que nunca cambian. Piedras con las que sobrepasamos el cupo permitido de tropiezos. Hay caminos que no conducen a Roma y locos temerarios enamorados del amor y alma de Quijote, solo que en lugar de luchar contra molinos de viento aerogeneradores, se enamoran de ellos.
Hay trovadores del siglo veintiuno, y juglares que les recitan en YouTube.
Pero también hay Romeos encaramados a balcones y Julietas partiéndose la boca a sus pies.