Revista Literatura

Xxi edición: el exorcista

Publicado el 01 mayo 2020 por David Rubio Sánchez
XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA
  —¡Once hijos! —Groucho Marx abre los brazos y arquea las cejas más allá de lo imposible—. ¡Pero, mujer! ¿Y cómo es eso?  —¡Ay! ¡Es que amo a mi marido! —responde la concursante de permanente morena estilo años sesenta y collar de perlas de cinco vueltas.  —¡Pues yo amo a mi puro, pero me lo saco de la boca de vez en cuando! —responde Groucho mirando de reojo al público, con picardía, mientras se coloca el puro en la boca.  Risas, carcajadas…  —Y usted —Ahora Groucho se dirige al otro concursante de traje blanco, corbata oscura, gafas de sol y piel morena—. ¡Caramba! ¡Según dice aquí es un príncipe saudí!  —Así es, yo soy hijo del rey Saud —responde el concursante con seriedad, sin sacar las manos de los bolsillos de la americana.  Groucho lo mira fijamente mientras su puro baila en sus labios.  —No estoy muy convencido. Yo tengo un caballo árabe y usted no se parece en nada a él.  —No comprendo.  —¿Puede quitarse las gafas?  El hombre se quita las gafas mostrando unos ojos azules.  —¿Azules? —Groucho se dirige de reojo a la cámara, petrificando su expresión irónica—. ¿Un árabe con ojos azules? —Ya sabe… Las cruzadas. El concurso Apuesta tu vida continúa hasta que, finalmente, Groucho anuncia al ganador.  —¡El príncipe saudí! —Aplausos—. ¡Enhorabuena ha ganado usted 10.000 dólares! ¿Qué va a hacer con ellos?  —¡Oh! Escribir una novela de éxito —dice guardando las gafas de sol en el bolsillo delantero de su americana blanca—. Y, en efecto, no soy un príncipe. Solo soy William Peter Blatty.

XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA de William Peter Blatty

   Seguro que no esperabais que iniciáramos esta edición con la presencia de Groucho Marx. Y es que William Peter Blatty pertenece a esa estirpe de escritores eclipsados por el éxito de una novela icónica que, a su vez, ha quedado en segundo plano por la mítica adaptación cinematográfica. Es un caso parecido a Margaret Mitchell. Pero como en la autora de Lo que el viento se llevó, detrás de la niña poseída y del padre Karras se esconde una persona apasionante. 

MARY MOUAKOD BLATTY 

  El 1 de junio de 1935, nació en Cottage City un niño que vamos a llamar Roland Doe. El primero, y único, de un matrimonio luterano de origen alemán. 
  Pero dejemos, de momento, al pequeño Roland y veamos lo que sucedía en un piso de alquiler de Nueva York una mañana de 1936, cuando Mary escuchó un portazo. Por supuesto, supo que su marido, un modesto sastre, ya no volvería. Pero también que era la hora del desayuno de sus cinco hijos. Comenzó por despertar al pequeño Bill, de ocho años, al que consiguió escolarizar en una prestigiosa escuela jesuita. Después, ya sola en casa, prepararía la jalea de membrillo casera que tanto éxito tenía en las calles de Manhattan. Quizá, también debería buscarse un nuevo piso, el casero ya la demandó por el impago del alquiler. Pero eso sí, antes rezaría sus oraciones a Dios.   Así era la madre de William Peter, una mujer increíble. Católica, con una Fe inquebrantable que supo inculcar a sus hijos en general, y en el autor de El Exorcista en particular. Una mujer con arrojo, capaz de esquivar a toda la escolta presidencial para regalar su mermelada nada menos que a Franklin D. Roosevelt. Sacó adelante a sus cinco hijos sin quejas ni lamentos. Dios tenía un plan, ¿quién era ella para discutirlo? Si los desahuciaban, no había problema. Siempre habría otra casa. Y vaya si las hubo —¡hasta 28 cambios de residencia vivió William Peter en su infancia!—, aunque eso no fue obstáculo para que Blatty se graduara como estudiante de primer nivel en 1946. 
XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA
  Ese mismo año de 1946, Roland Doe se dedicaba a jugar con su tía Harriet. Era muy divertida. Le había prometido que, si se portaba bien, un día le enseñaría un juego apasionante que debía hacerse mediante un tablero: la ouija.

MUERE AL TÍA HARRIET

  En 1948, William Peter cursaba su segundo año de Literatura inglesa, ajeno a lo que pronto iba a ocurrir en las instalaciones de su universidad, la de Georgetown. Compaginaba sus exitosos estudios con trabajos como la venta ambulante de aspiradoras y travesuras como robar la mascota de una universidad vecina.
  Roland Doe había cumplido trece años y recibió la terrible noticia de que su querida tía Harriet falleció en St. Louis. No podía comprenderlo. Ni asumirlo. En esa época ya aprendió a jugar a la ouija, así que sabía lo que tenía que hacer para contactar con su tía fallecida.    Y lo hizo.  Pocos días después, en el domicilio de Roland, se comenzaron a escuchar ruidos extraños, como pasos y rasguños en la pared. Luego, fue peor. Los muebles aparecían sacados de su lugar, un olor nauseabundo parecía haberse instalado en el dormitorio del pequeño Roland. ¡Y hasta un cuadro de Jesús se movía como si lo estuvieran golpeando por detrás! Cuando un recipiente de agua bendita salió volando hasta estrellarse contra una pared, los padres de Roland acudieron a un pastor luterano. Tras las revisiones de médicos y psiquiatras, el reverendo decidió pasar una noche en casa de los Doe. Una noche terrorífica que le hizo comprender que algo maligno se había apoderado del niño. Solo podía hacerse una cosa: practicar un exorcismo. Primero lo intentó por el rito anglicano. No surtió efecto, entonces consultó con un sacerdote católico quien recomendó un nuevo exorcismo. Para ello debían ingresarlo en el hospital de St. James, dentro de las instalaciones de la Universidad de Georgetown.  Iniciado el ritual, tuvo que suspenderse cuando Roland, fuera de sí, rompió la nariz del sacerdote. Los padres se lo llevaron a casa. Allí, observaron horrorizados como aparecía grabada en sangre sobre el pecho del niño la palabra “St. Louis”, el lugar donde murió la tía Harriet. Desesperados, acudieron a los reverendos Raymond J, Bishop y William S. Bowdern quienes decidieron practicar otro exorcismo, en esta ocasión, en el hospital de Sant Louis.   La noche señalada, los reverendos llegaron a la habitación hospitalaria de Roland en compañía de otro sacerdote y un psiquiatra. Estaba helada. El niño se encontraba encamado. Y atado. Observándoles con la cara llena de ronchas y eccemas.    «Cura de Cristo, sabes que soy el Demonio. ¿Por qué me molestas?»   Exclamó Roland con voz gutural mientras en su cuerpo aparecían rasguños carmesís que terminaron conformando las palabras Mal e Infierno.
XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA

LAS MUSAS LO ESPERABAN EN BEIRUT

  El 20 de agosto de 1949, los caminos de William Peter y Roland Doe se cruzaron. Ese día, la portada del Washington Post destacaba la noticia del exorcismo practicado a un joven de 13 años, lo calificaron como “una de las experiencias más destacadas en la historia religiosa reciente”. El artículo relataba la historia de Roland y cómo fueron necesarios ¡hasta 30 exorcismos! Según la crónica, Satán abandonó el cuerpo del joven cuando el reverendo Bowdern profirió: "Te obligo a ti, Satán, y a otros espíritus diabólicos a que abandonéis este cuerpo en el nombre de Dios, ahora". Parece ser que se escuchó un fuerte estruendo abandonando el hospital.   Desde luego, esa crónica captó el interés de William Peter. No solo porque habían intervenido sacerdotes que él conocía de la Universidad de Georgetown, sino porque desde niño: 
“Mi lectura estaba muy en sintonía con ese tipo de cosas. Comencé con Ray Bradbury y pasé a cualquier historia espeluznante que pudiera tener en mis manos. Recorrí todas las por todas las librerías y bibliotecas de Manhattan. Me gustaba mucho lo paranormal y lo sobrenatural, principalmente para calmar mi propio miedo a mi mortalidad, a morir. Tenía que haber algo más.” 

   Algún día escribiría algo sobre ese incidente, pero en aquel momento tenía otros objetivos: licenciarse, y doctorarse, en Literatura inglesa y casarse con la primera de las cuatro esposas con las que contrajo matrimonio a lo largo de su vida.    Para pagar los estudios y las cargas familiares continuó trabajando en áreas muy alejadas a la Literatura como el transporte de cerveza o la taquilla de la compañía United Airlines. Trabajos con remuneraciones insuficientes, y más cuando empezó a tener hijos. Necesitaba el séptimo de caballería.    Y este llegó.    Su ascendencia libanesa y su preparación le hacían el candidato ideal para el puesto que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos precisaban en la División de Guerra psicológica que la Agencia de Información tenía en Beirut.    En los tres años destinado allí William aprendió dos cosas: La primera, cómo se creaba una propaganda efectiva en situaciones de guerra y cómo se podían conseguir determinados efectos en la población con las tácticas y técnicas psicológicas; la segunda, escribir.     Podemos pensar que sus historias serían de terror.     Todo lo contrario.

EL PRÍNCIPE SAUDÍ 

   William Peter desarrolló un estilo humorístico muy acusado, con crónicas en las que parodiaba la vida militar que causaron sensación en las revistas. Un humor punzante, irónico, sutil y, por qué no, morboso.     La guerra lo había convertido en un escritor de comedia. Y ese fue el género que cultivó al regresar en 1957 a Estados Unidos. También se dedicó a escribir guiones cinematográficos que intentó vender, sin éxito, a las productoras.    Como diría su madre: Dios aprieta, pero no ahoga. Y algo de eso pasó cuando concertó una entrevista con un directivo de Columbia Pictures. Este le dijo que ahora no estaban interesados, pero que no dudara en enviarles más material. Ahí pudo terminar su aventura de no ser porque estuvo también presente la esposa del susodicho directivo. Parece ser que William le resultó divertido y peculiar, y eso en el mundo del espectáculo era suficiente. Así que ordenó a su directivo esposo que lo contratara. Un contrato para lo que fuera, por si acaso.    William salió de la entrevista con las ideas muy claras. Si quería prosperar debía ser un tipo divertido y peculiar. ¿Y qué manera mejor que hacerse pasar por un príncipe saudí? 
XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA   Se creó un personaje y le dio vida. Tanta, que comenzó a pasearse con su traje blanco y gafas oscuras por todos los eventos de sociedad. En principio, con ello no pretendía más que reunir experiencias y material para un artículo en The Saturday Evening Post. Pero llegó a ser una figura tan “peculiar y divertida” que le llevó a aparecer en una película, No place to land.    Durante esa época, compaginó su vida como director de publicidad de la Universidad de Loyola en Los Ángeles con la gamberra figura del príncipe saudí y su faceta escritora, que culminó con su primera novela, una parodia de sí mismo titulada: ¿Cómo se llega a La Meca, Jack?. Una historia muy divertida, pero que apenas tuvo eco comercial.    Fue entonces que lo llamaron para participar en uno de los concursos más populares de la época: Apuesta tu vida, presentado por Groucho Marx.    Al otro lado de Estados Unidos, en Nueva York, Mary Mouakod Blatty seguro que disfrutó con las ocurrencias de su hijo en el programa.    Sola.

EL EXORCISMO DE WILLIAM PETER

  Los diez mil dólares que ganó en el concurso le permitieron dedicarse a la escritura a tiempo completo. Tres nuevas novelas de humor con una excelente crítica se añadieron a su bagaje literario. The New York Times llegó a decir que “nadie escribe líneas tan divertidas”. Pero las ventas continuaban siendo escasas. Además, se había divorciado de su primera esposa y casado con la segunda. Al menos, sí llamó la atención del popular director de comedias Blake Edwards, con quien colaboraría en varias películas, siendo la primera El nuevo caso del inspector Clouseau (1963).    Pero William quería escribir otro tipo de historias. Más serias, aunque sabía que estaba encasillado. Lo que en otra época le sirvió para dedicarse profesionalmente a la escritura ahora resultaba un corsé de hierro. Sería por siempre el tipo peculiar, divertido y extravagante que se hizo pasar por un príncipe saudí.    Esas ideas rondaban en su cabeza cuando recibió la noticia de la muerte de su madre en 1967. Tiempo después declararía que el duelo le duró cinco años y hasta fue diagnosticado de pena mórbida. Ello no fue solo por la tristeza de la perdida. Se apoderó de él un profundo sentimiento de culpa por entender que la había desatendido mientras él se ocupaba de su carrera literaria, también cuestionó sus creencias y su Fe. ¿Y si no había nada después de la muerte? ¿Y si al fin y al cabo no existía Dios?    Necesitaba respuestas.    Había llegado el momento de El Exorcista.

LA MEJOR NOVELA DE HORROR DE NUESTRO TIEMPO COMIENZA A ESCRIBIRSE

XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA
    El subtítulo no es baladí. Así es como la calificó un escritor llamado Stephen King en un mensaje de reconocimiento que escribió al fallecer William Peter Blatty en 2017.
   Sin embargo, cuando nuestro William le comentó la idea a su agente literario este la desaconsejó. La consideraba podrida, de nulo interés. Pero William siguió adelante. Era algo más que escribir una historia, era la única manera que encontraba para poder reconciliarse consigo mismo, para exorcizar los demonios de la culpa y la duda.   Aunque también necesitaba pagar las facturas, y Hollywood parecía haberse olvidado de él. Afortunadamente, la providencia le hizo acudir a un coctel donde conoció al editor en jefe de Bantam Books. Este le preguntó qué estaba haciendo y William le habló de su proyecto. El editor tenía fresco el bombazo que supuso tres años atrás la novela de Ira Levin El bebé de Rosemary, así como su adaptación cinematográfica, La semilla del diablo, realizada por Roman Polanski. Esa misma noche le adelantó 10.000 dólares. Dinero suficiente para alquilarse una cabaña y escribir.   Escribió durante nueve meses. Todos los días, con jornadas de entre 14 y 18 horas diarias. En aquella cabaña lo tenía todo. La documentación que había acumulado durante años sobre exorcismos; los apuntes y extractos del diario real que escribió el reverendo Bowdern sobre el caso de Roland Doe…   Y, por supuesto, sus propios demonios. Demonios que exorcizó a través de la novela. William Peter quería escribir una historia que hablara de esperanza, de amor y de Fe. Si el demonio existía, significaba que Dios también. A través de su alter ego ficticio, el padre Damien Karras, reencontró su Fe y la paz para superar la tristeza de la pérdida de su madre y la culpa por su desatención de los últimos años.
Al terminar de escribirla, sentí que se solidificaba mi creencia de que algún día volvería a ver a mi madre.
    
   El Exorcista se publicaría en junio de 1971.

Y ENTONCES SE DESATÓ EL INFIERNO 

  Las ventas iniciales no fueron nada buenas. Las librerías devolvían cajas y cajas de ejemplares sin vender. William Peter, desesperado y hundido, pensó en la televisión como último cartucho para promocionar la novela.  Solicitó una entrevista en The Dick Cavett Show, uno de los programas más populares de Estados Unidos. Sin embargo, le dijeron que al presentador del programa no le interesaba la novela, pero sí quería podía quedarse como público. Propuesta que declinó.   Pero, quién sabe si Dios o su madre desde el cielo mediante, se obró un milagro. O dos. O tres. Uno de los invitados al programa enfermó, así que le llamaron para sustituirlo en los últimos cinco minutos. William corrió hacia el estudio de grabación. Durante la sesión de maquillaje, se produjo el segundo milagro. Otro de los invitados había llegado borracho y no estaba para entrevistas.    El tercer milagro ocurrió durante el programa. A los cinco minutos, el último invitado que quedaba tuvo que marcharse por una urgencia. William Peter se quedó solo frente a Cavett y con 45 minutos de programa por delante. Tenía 45 minutos de máxima audiencia que desde luego aprovechó. Según declaró una vez: 
No paré de hablar. Hice virtualmente un monólogo sobre el libro. Cavett solo hizo una pregunta.

XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA   Al terminar el programa comenzó la locura. El libro despegó en los rankings. A los diez días ya alcanzó el cuarto puesto de la lista de bestsellers del Times; a la semana siguiente, el número 1; y allí permaneció durante 17 semanas. En 53 semanas había vendido 13 millones de ejemplares.    Los estudios cinematográficos, que antes habían rechazado el guion que les ofreció William Peter para una adaptación, volaron para hacerse con los derechos de una película que se estrenaría en diciembre de 1973. La película de terror más aclamada de la historia del cine, la que, según el número de febrero de 1974 de la revista Newsweek, desató el infierno en las calles. 
   Pero eso es otra historia y tendrá que esperar a nuestra revista a final de mes. Revista que por supuesto incluirá todos los:

RELATOS PARTICIPANTES

1. LA OSCURIDAD QUE NO CESA de Beri Dugo en su blog RELATOS DE BERI

2. SANTA de Isabel Caballero, en su blogTARA

3. LA CASITA DEL CUCÚ de Mirna Gennaro, en su blog ISLA DE LOS VIENTOS

4. POSESIÓN DIABÓLICA de Estrella Amaranto, en su blog AMARANTO

5. LA CABAÑA DE PAULO de Ulises Castellano, en su blog BOOK TO LAND

6. LA HECHICERA de María Pilar, en su blog RETAZOS DE VIDA

7. REFLEJO de Berta Font, en su blog LA HABITACIÓN DE MIMA

8. LA MALDICIÓN de Paco López Castelao, en su blog CASTRO ARGUL

9. EN LOS CAMPOS de Beba Pihen, en su blog AHORA YO DIGO

10. LA PUERTA de Pepe de la Torre, en su blog ENTRE UNAS CUATRO ESQUINAS

11. MARCO POLO de Francisco Moroz, en su blog ABRAZO DE LIBRO

12. INSOMNIO de José R. Capel, en su blog RELATOS EN RE MENOR

13. EL FANTASMA DE KATIE COOKde Jorge Valín, en su blog ENTRE LAS BRUMAS DE GALLAECIA

14. SESIÓN DE TARDE EN CINE PALMIRA de Bruno Aguilar, en su blog MENSAJE DE ARECIBO

15. LA CASA DEL BOSQUE de David Serrano, en su blog BAJO MI EMBARCADERO

16. ¿QUÉ HA SIDO DE ALICIA? de Josep Mª Panadés, en su blog RETALES DE UNA VIDA

17. FUERZAS OCULTAS de Marta Navarro, en su blog CUENTOS VAGABUNDOS

18. CUANDO DESAPARECÍ Y OTRAS HISTORIAS de Araceli Rodríguez, en su blog LA ESCRIBIDORA

19. LAS MOSCAS DE LA GRISALLA de Emerencia Alabarce, en su blog VIAJE Y FOTOS

20. AL FILO DE LA NOCHE de Yessy Kan, en su blog MANIFEST KAN

21. ¡VETE, SATÁN! de Paola Panzieri, en su blog DE AQUÍ Y DE ALLÍ

22. LA GOCHA DE JOVITA de Barry Byrne, en su blog JAVIER AUTOR

23. IRONÍAS de Patxi Hinojosa, en su blog MIS COSAS... ¡COSAS MÍAS!

24. LA ELEGIDA de Puri Otero, en su blog DULCINEA DEL ATLÁNTICO

25. ANGUSTIA de Mª Carmen Píriz, en su blog ALGUIEN CON QUIEN HABLAR

26. UN DÍA INOLVIDABLE de  Mery Pérez, en su blog CLIO EN EL ESPEJO

27. POSEÍDA de Raquel Peña, en su blog PERLAS NARRATIVAS


RESEÑAS DE LA NOVELA Y BIOGRAFÍAS



   Recuerdo a los autores que la votación es obligatoria para participar, y que tenéis hasta el día 10 de mayo de 2020 para elegir los siete relatos que más os hayan gustado y otorgar siete puntos al primero; seis, al segundo; cinco, al tercero... hasta dar un punto al séptimo. Los votos deberéis enviarlos al mail [email protected]
   Esto es todo por hoy, el próximo 15 de mayo celebraremos nuestra GALA DE PREMIOS desde el Infierno con el ANUNCIO DE LOS RELATOS GANADORES de esta edición.

Y HABLANDO DE EXORCISMOS...

    Ayer fui objeto de uno.
  ¿Ya habéis bajado los párpados? Os sigo contando, me lo practicó un auténtico mago de las palabras, un alquimista capaz de transformar sus significados o transmutar esas verdades universales que llamamos refranes en otras verdades no menos universales. Su nombre de letras, seguro que muchos lo conocéis: Macondo. Me conjuró en su bitácora y a través de cien preguntas fue sacando algunos de mis muchos demonios interiores. Algunas fueron de fácil respuesta, como mi equipo de fútbol o mis autores favoritos. Otras, os lo aseguro ni me las había planteado. Responderlas fue un viaje a un lugar que no suelo transitar demasiado. 
  Os invito a curiosear la entrevista o MACONDOGRAFÍA —así se llama el exorcismo en esos lares— y, sobre todo, a conocer el blog BITACORA DE MACONDO en el que disfrutaréis de  Refranuevos, versos polisémicos, juegos de palabras, ficción y, sobre todo, ¡mucho humor!
  ¿Qué más se puede pedir? Para acceder basta con clicar sobre los títulos destacados en verde.

XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA

¡Gracias, Chema!


  ¡Saludos tinteros!
  

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