Revista Literatura

Xxiii edición: 1280 almas de jim thompson

Publicado el 01 octubre 2020 por David Rubio Sánchez
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON
    Estaba cansado de zigzaguear por la pradera y el puto, y viejo, poli parecía no tener otra cosa que hacer que seguirlo. También sentía el frío de la noche tejana pese a todo el alcohol que circulaba por su sangre. Necesitaba parar y sentarse un poco.    Aunque el puto, y viejo, poli lo alcanzara.    —Buenas noches —dijo educadamente el agente—. Puedo pasar por alto muchas cosas y entre ellas está que un joven beba más de la cuenta y monte cierto escándalo en mi…    —Vuelve a tu mierda de pueblo —respondió el joven.    —Comprendo. —El agente enfocó con su linterna los alrededores de la pradera—. Decía que hay cosas que puedo pasar por alto, pero otras no. Una de ellas es que alguien no pague una de mis multas.    El joven eructó.     —Ahí tienes el pago de tu jodida multa, paleto —dijo sonriendo.    —Comprendo.    El agente sacó unos guantes de su bolsillo y se los puso. Después se le acercó golpeando con el puño de su mano derecha la palma de su mano izquierda.    —Ja, ja, ja… ¿Ahora vas de duro?     —Tampoco me gusta que digan que mi pueblo es una mierda. No digo que no lo sea, pero no es educado que un forastero lo califique así. Mira, he vivido aquí toda mi vida, todo el mundo me conoce. En cambio, a ti nadie te conoce. Y estamos solos. ¿Qué piensa de eso, un tipo inteligente como tú? ¿Qué crees que podría hacer un viejo y paleto agente como yo en un caso como este?    El joven dejó de reír. Miró a un lado y otro. Estaban realmente solos.    —Espere, espere… Estaba bromeando, ¡mi padre fue sheriff en Anadarko! Quizá lo conozca, le llaman Big Jim.    —No, no lo conozco, aunque puede que mi memoria falle. De todas formas, quiero que tú sí recuerdes algo. No hay forma de saber qué clase de tipo es un hombre con solo mirarlo. No puedes saber nunca qué hará si tiene la oportunidad. ¿Crees que quizás puedas recordar eso?

XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS de JIM THOMPSON

    ¡Bienvenidos a una nueva temporada de nuestro Concurso Literario! Y lo hacemos por todo lo alto, sin duda. Pero antes de comentaros las bases para participar me gustaría invitaros a conocer la vida de ese joven borracho de la introducción, James Myers Thompson, uno de los más grandes narradores del s. XX. Los años posteriores le curaron la juventud, aunque no su absoluta adicción al alcohol. Bueno, al alcohol, a las drogas, a las mujeres…
    Por supuesto, jamás se olvidó de ese encuentro con el agente en la soledad nocturna de Texas. De hecho, allí se plantó la segunda semilla que casi cincuenta años después germinó en la obra maestra que homenajeamos este mes: 1280 Almas.
    ¿Cuál fue la primera semilla? Para ello tenemos que retroceder unos años y conocer a la familia Thompson.
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON

LA SANGRE DE LOS THOMPSON

    Ser hijo del sheriff de un pequeño pueblo tejano, de una profesora y que, además, tus abuelos sean unos apasionados de la Literatura Clásica no es un mal plan de familia para un niño, aunque como diría Thompson en su cita literaria más famosa: NADA ES LO QUE PARECE.
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON    Desde luego, su familia fue quien lo hizo escritor. Sus abuelos le contagiaron el amor por la Literatura; su madre le contaba todos los chismorreos de los que se enteraba a través de sus alumnos y esos fueron los primeros argumentos de sus relatos. Siendo ello cierto, también le legaron una muy temprana adicción al alcohol. Para que os hagáis una idea, su abuelo, para el desayuno, en lugar de leche y cereales le daba un vaso de whisky.
    ¿Y su padre? Bueno, su padre fue la primera semilla de su obra literaria en general y de las dos novelas más celebres de Thompson: El asesino dentro de mí y 1280 Almas. Era un sheriff corrupto y manipulador. Un tipo capaz de todo por cualquier aspiración que tuviera, un superviviente que haría cualquier cosa por salvar el cuello. Y, además, un padre que se burlaba de que su hijo tuviera aspiraciones de escritor.
    La relación de Jim con Big Jim, apodo por el que se conocía a su padre, se ha calificado de morbosa y edípica. Lo amaba y lo odiaba; ansiaba su aceptación y deseaba matarlo; lo admiraba y lo repudiaba. Esos sentimientos encontrados sin duda los trasladaría a sus novelas. De hecho, cada una de sus novelas es un acto de venganza para con las situaciones vitales que vivió. Sea como fuere, esta relación paternofilial tan poco convencional tuvo un desenlace igual de poco convencional. 
    En 1940, su padre ingresó, enfermo y medio loco, en una residencia de ancianos. Thompson le prometió que lo sacaría en un mes, que escribiría hasta dejarse los dedos para poder conseguir el dinero suficiente con el que poder ofrecerle la mejor atención médica. Sin embargo, para aguantar esas autoimpuestas jornadas de veinte horas de escritura, bebió mucho y se drogó más, hasta el punto que fue él quien tuvo que ser ingresado en un hospital. Al salir, ese mes prometido no solo había pasado. También se enteró de que su padre se había suicidado comiendo el relleno de un colchón.
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON
    Las novelas de Thompson son de esas que nunca se dejan a medias, quizá sea porque supo introducir en ellas sus propias experiencias vitales. Y Jim siempre vivió, o malvivió, al límite. 
    Para su desgracia y para nuestra fortuna.

UN CHICO MALO

    La adolescencia de Jim Thompson transcurrió en Fort Worth. Allí se estableció su familia una vez que su padre huyera a México para evitar la cárcel lo pillaron en una de sus corruptelas como sheriff— y regresara como propietario de un pequeño oleoducto. La afición de Jim por la escritura seguía adelante con colaboraciones no solo en la revista escolar, sino en la prensa local. También siguió bebiendo y, pronto, comenzó a drogarse. Con diecisiete años entró a trabajar como botones en el Hotel Texas. Le tocó el turno de noche y su sueldo inicial era de 15 dólares al mes. No tardó en aumentarlo hasta los 300 dólares gracias a las propinas de los huéspedes por su absoluta diligencia en atender sus peticiones. Peticiones que iban desde las moralmente cuestionables, prostitutas, hasta las directamente ilegales como las drogas (marihuana, heroína) o el alcohol, prohibido entonces por la Ley Seca.
    Su abnegación laboral le pasó factura. Dos años después, el estrés, el agotamiento, el alcohol, la tuberculosis y la depresión le provocaron una crisis nerviosa por la que debió ser ingresado, en un hospital. Esa fue la primera de las muchas estancias hospitalarias que tendría en su vida.
    Dejó su trabajo como botones, pero no abandonó los bajos fondos. En los años que siguieron vagabundeó por Texas con empleos que apenas le daban para pagarse los albergues. Fue en este período cuando se produjo el encuentro con ese sheriff adjunto que hemos ficcionado como introducción. Un encuentro del que años más tarde dijo esto: 
«¿Estaba el agente tratando de asustarme? ¿O realmente estuvo muy cerca del asesinato? La respuesta, por supuesto, no estaba tanto en él como en mí. Yo solía ver las cosas en blanco y negro, sin matices intermedios. Era demasiado propenso a categorizar, naturalmente, usándome a mí mismo como la norma. El agente se había comportado primero de una manera; luego de otra; luego volvió a la primera. Y en mi ignorancia vi esto como complejidad en lugar de simplicidad. Él había intentado ser todo lo amable que su educación le había enseñado, pero mi respuesta no fue la adecuada. Así que había tomado otro rumbo. Fue simple una vez que vi las cosas a través de sus ojos en lugar de los míos. No puedo saber si me habría matado, porque ni él mismo lo sabía». Jim Thompson
    En 1928 regresó al hogar familiar, y con ello regresó a su trabajo de botones y con él a su diligencia en atender a sus huéspedes traficando con alcohol. Siempre flirteó con la cárcel, de hecho, el piso en el que nació estaba situado encima de la cárcel de Anadarko. Pero nunca llegó a pisarla, ese año estuvo cerca. La policía le requisó su stock y ello también le provocó problemas con los mafiosos. Solo le quedaba una salida.

LA HUIDA

    En Nebraska, Jim Thompson intentó sentar cabeza. Eso no quiere decir que dejara sus adicciones, algo que jamás se planteó, pero al menos quiso ordenar su vida. Se matriculó en la universidad en la carrera de Agricultura y en 1931 se casó con Alberta Jesse, una telefonista católica. El matrimonio fue muy prolífico, enseguida tuvieron tres hijos, además de múltiples abortos. Demasiado para la pobre Alberta y demasiadas bocas que mantener, así que tuvo que realizarse la vasectomía. Parece ser que sin anestesia. Desde luego que la vida parecía empeñada en no darle facilidades a Jim.
    Recapitulemos: familia de tres hijos, la universidad, múltiples trabajos para poder mantenerse (panadero, vendedor a domicilio, etc…) y, por supuesto, borracheras que junto a su tuberculosis le hacían ingresar cada cierto tiempo en el hospital. Demasiado. Lo que vivió en sus primeros treinta años sería el equivalente a treinta vidas para cualquiera. Había acumulado una infinita mercancía vital en su almacén. Todo estaba a punto para ser trasladado al papel, solo le faltaba centrarse en su escritura.La Gran Depresión se encargó de ello quitándole todos los empleos, o al menos los suficientes, que le alejaban de la Literatura.
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON

UN CUCHILLO EN SU ESCRITURA

    Pese a todo, Jim nunca dejó de escribir. A su regreso a Fort Worth en 1929, comenzó a publicar crónicas de temática criminal basados en casos reales en la revista Texas Monthly. Casos de los que tenía noticia gracias a su madre y hermana, que imagino intentaban con ello ocuparlo y apartarlo de su mala vida. Esa clase de literatura arrasaba en aquella época en Estados Unidos. Florecían las publicaciones Pulp de género negro y en el cine se asomaban las primeras películas de gánsteres como Scarface, Enemigo Público o Pequeño Cesar. Lo criminal estaba de moda.
    El gancho que tenían las crónicas de crímenes de Thompson es que estaban escritas en primera persona. Si iba a escribir sobre el mal, ¿qué mejor punto de vista que el del propio asesino? Eso le permitió adentrarse en las oscuras aguas de la mente criminal, intentar comprenderlo y, así, hacerlo humano. Esa primera persona del narrador es sello y marca de calidad de las novelas que escribiría años después.
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON    De esas crónicas destacó en 1936 Ditch of Doom en la revista Master Detective y que fue seleccionada por la Library of America en una retrospectiva de crímenes reales del s. XX. En 1938 dirigió brevemente el Writer's Project de Oklahoma, gracias a una subvención del programa de rescate económico New Deal. Duró poco en el cargo, pero al menos le ayudó a centrarse en su carrera como escritor y marchar a Nueva York para conseguirlo. No sin antes prometerle a su padre que lo sacaría de la residencia de ancianos en un mes. 
    Ya hemos visto que no lo consiguió, pero sí logró publicar su primera novela en 1942, Aquí y ahora, una historia autobiográfica sin apenas violencia ni el estilo crudo y descarnado que lo caracterizó. Fue tan bien acogida por la crítica como poco vendida. El primer y auténtico Jim Thompson saldría en 1946 con Heed The Thunder. Con ella entró por derecho propio en el género negro y en el más lucrativo, aunque menos prestigioso, mercado del Libro de bolsillo, el nuevo medio de publicación a medio camino de las revistas Pulp y las novelas de tapa dura. Su siguiente novela Solo un asesinato (1949) fue su primer éxito de ventas, nada menos que 750.000 ejemplares vendidos.
    Thompson ya había afilado su cuchillo de escribir y había encontrado el medio para dar rienda suelta al asesino que habitaba dentro de él. 
    La bestia estaba preparada.

DIECIOCHO MESES SALVAJES

    La verdad es que no se me ocurre otro calificativo para definir el periodo más productivo de Jim Thompson. ¡Nada menos que doce novelas en solo dieciocho meses! Un hito que consiguió que le apodaran como el Dostoievski de diez centavos. En 1952, su amigo y editor Arnold Hano le contrató para su editorial neoyorkina de libros de bolsillo Lion Books. Este, que lo conocía, solo le pidió una cosa: que fuera productivo y confiable. A cambio le ofreció buenos adelantos, estupendas tiradas y total libertad en cuanto al contenido.
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON    Lo cumplió con creces. Ese mismo año publicó su primera obra maestra El asesino dentro de mí. La primera venganza a la figura de su padre encarnada en el sheriff adjunto Lou Ford. Un personaje perturbador que intenta esconder bajo un carácter pusilánime, la enfermedad que le corroe por dentro. La pulsión asesina que sabe que tarde o temprano resurgirá en su interior. Narrado en primera persona, su calidad llevó a la editorial a postularlo como candidato al Premio Nacional del Libro.
    No lo lograron, por supuesto. La Literatura seria solo conocía de ediciones en tapa dura, no de esas novelas baratas en papel de pulpa y de contenidos sensacionalistas.
    Sin duda, Jim Thompson se tomó en serio esta aventura. Pero ya hemos visto que la vida parecía jugar con él. La televisión, además del cine, entró con fuerza en el competitivo mercado del ocio y la lectura hincó la rodilla. La fiebre por los libros de bolsillo pasó y la editorial cerró antes de llegar a los sesenta.
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON    Así que Thompson volvió a hacer las maletas. En esta ocasión rumbo a Hollywood, donde un joven cineasta le propuso adaptar el guion de una novela. Ese joven cineasta se llamaba Stanley Kubrick. La película fue Atraco Perfecto (The Killing). Thompson fue quien elaboró el cuerpo del guion, sin embargo, Kubrick redujo su papel a mero redactor de diálogos. Pese al ninguneo, colaboró de nuevo con él en Senderos de Gloria... con parecido resultado ya que lo relegaron a tercer guionista. 
    El cine llamó a su puerta, pero no le ofreció nada más que dinero. Y tampoco mucho. Afortunadamente, otra editorial de libros de bolsillo, Gold Metal, le permitió continuar escribiendo novelas, aunque a un ritmo menos frenético que antes. Eso desde luego repercutió para bien en la calidad. En esta época publicó obras que luego fueron adaptadas a películas tan taquilleras como La huida o Los timadores.
    Poco a poco su pluma se ralentizaba conforme avanzaba la artrosis de sus dedos. Cada vez eran más prolongados sus ingresos hospitalarios. La tuberculosis, el alcohol, las drogas fueron venciendo a su salud. Ello lo hacía un escritor poco confiable para las editoriales que, poco a poco, se iban olvidando de él.
    Pero todavía faltaba su obra maestra. Su canto del cisne.

1280 ALMAS

    En 1964 nació en el mundo de la ficción Nick Corey, un sheriff, otro más, que directamente era considerado un tonto, un tipo manejable y un esposo cornudo. Pero recordad que para Jim Thompson nada es lo que parece. Bajo esa piel se esconde un psicópata de los pies a la cabeza. Alguien dispuesto a hacer lo que se tiene que hacer para sobrevivir en esa América profunda ambientada en Pottsville. Un pueblo con una población total de 1280 personas «incluyendo a los negros, porque los leguleyos yanquis nos obligan a contarlos».
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON    Una novela vertebrada en torno a la violencia. Una feroz crítica a la hipocresía social, al racismo, al clasismo o al sexismo de la mejor manera que se puede hacer: mostrándolo. Thompson no es alguien políticamente correcto, afortunadamente, ni un autor para lectores de piel fina. Si hay que hablar sobre el mal, lo mejor es hacerlo desde dentro. Sin discursos moralistas, ni maquillajes retóricos. Thompson nos abre la puerta a la mente criminal y deja que entremos. Es más, de esa manera nos muestra que cualquiera, bajo según qué circunstancias, también podría hacer lo que se tiene que hacer.
    Obra maestra absoluta del género. Una lectura atrapante, unos diálogos magistrales, una creación de personajes insuperable. Esos eran los puntos fuertes de Thompson y en esta novela alcanzan la gloria. 
    Su impacto comercial no fue grande, si bien alcanzó el honor de ser la novela elegida por la editorial francesa Gallimard para celebrar el número 1000 de la Série Noire, la más prestigiosa colección de novela negra del mundo y ello pese a que, incomprensiblemente, la tradujeron como 1275 âmes, ¿dónde se fueron cinco habitantes de Pottsville? De Francia es, además, la única adaptación cinematográfica realizada hasta el momento, Coup de Torchon (1981) dirigida por Bertrand Tavernier. También ha sido llevada al comic de la mano de Jordi Bernet, dibujante español muy conocido por su personaje Torpedo.
XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON    Sus últimos años fueron un calvario en cuanto a salud. A los problemas ya crónicos se añadió un infarto cerebral que le provocó parálisis y unas cataratas que lo dejaron casi ciego. De su última novela El embrollo, dijo que no estaba mal, aunque hubiera estado mejor si hubiera podido ver lo que escribía.
    Murió en 1977. Ya hacía tiempo que no podía escribir. Arruinado y ayudado por sus amigos para pagar las facturas médicas decidió dejar de comer. Decidió morir. Era un autor olvidado, ni una sola de sus novelas estaba puesta a la venta en ese momento. Aun y así, le pidió a Alberta, su esposa, que no malvendiera los derechos, que diez años después de su muerte volverían a venderse.
    Desde luego, acertó.

XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON

Tarantino, le debes una adaptación a Jim Thompson


XXIII EDICIÓN DEL CONCURSO LITERARIO

    Ahora que ya conocemos un poquito más al autor que homenajeamos este mes, ¡toca escribir! En esta ocasión, los que queráis participar tendréis que escribir un relato escrito en primera persona en el que el protagonista sea un psicópata. Eso sí, recordad que aunque los más chulos, ficticiamente hablando, son los asesinos en serie no todos los psicópatas lo son. Robert Hare los define como: «Son depredadores de su propia especie que utilizan el encanto, la manipulación, la intimidación y la violencia para controlar a los demás y satisfacer sus propias necesidades egoístas, violando las normas y expectativas sociales sin el menor sentimiento de culpa ni remordimiento».

BASES DE PARTICIPACIÓN: 

  • Tema: Un relato escrito en primera persona y protagonizado por un psicópata.
  • Extensión: Máximo 900 palabras
  • Plazo: Del 1 al 15 de octubre de 2020.
  • Participación: Deberéis publicarlo en vuestro blog y añadir el enlace en los comentarios de esta entrada.
  • Votación: Los autores participantes deberán votar siete relatos otorgando siete puntos al que más os guste; seis, al segundo; y así sucesivamente. Se enviarán por correo electrónico a [email protected] del 15 al 25 de octubre. El no envío de los votos supondrá la descalificación del relato.
  • Premios: El 29 de octubre se celebrará la Gala de Premios anunciando los ganadores. Los tres primeros relatos recibirán un diploma digital acreditativo del mismo. El relato ganador será dramatizado por RAMÓN MÁRQUEZ y los diez primeros relatos se incluirán en la antología anual, edición en papel, de El Tintero de Oro del año 2021.
  • Todos los relatos participantes se incluirán en la revista digital EL TINTERO DE ORO MAGAZINE del mes de de enero de 2021.

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Podéis usar esta imagen en vuestro relato

  • También podéis participar de este homenaje a Jim Thompson con una reseña de 1280 Almas o cualquier otro artículo relacionado con el autor. Dichos textos serán incluidos en la revista de EL TINTERO DE ORO MAGAZINE. Bastará con que lo publiquéis en vuestro blog del 1 al 15 de octubre y dejéis el enlace en los comentarios de esta entrada.
  • Más información AQUÍ.

RELATOS PARTICIPANTES (Convocatoria hasta del 1 al 15 de octubre de 2020)


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¡Saludos Tinteros!

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