Revista Literatura

Y ahora qué...

Publicado el 25 diciembre 2017 por Sara M. Bernard @saramber
Y ahora qué...Mi fuerza de trabajo es débil. No importa que me divierta el ejercicio físico, tampoco la disciplina y el sacrificio de horas de Ballet reventándose los pues hasta hacerlos sangrar. No importa levantar 180º las propias extremidades con la fuerza combinada de cartílagos y tendones, porque transportar con la misma disposición heroica palés de objetos que quintuplican mi peso y altura no ha servido para renovar ningún contrato. Sólo para que alguien gritara no tienes creatividad.
Mi fuerza de trabajo es débil, por eso me han dicho que vale apenas 5 euros una hora de latidos de corazón. 
¡Ho ho hou! se filtra por la ventana entreabierta el vecino de enfrente convertido en Papá Noel. 
No sabía dónde me estaba equivocando para hacer y no conseguir. De repente, la fuerza de trabajo multiplica por el doble, por cuatro, por diez su valor. Pero ya no arrastro carga como un animal, ni sonrío sin ganas, ni hablo gilipolleces, ni soporto gritos de un jefe que quiere llamarme idiota a toda costa sólo porque tengo que sonreír sin ganas. 
Recorro el mismo camino que, por azar, sigue en pie a pesar de la urbanización de la ladera opuesta. El cemento aún lo respeta. El mismo camino de ida y vuelta antes de saber que otro ya inventó lo de pasear, reflexionar y escribir, y que todo lo que se hiciera después tendría el sello de copiarle. El mismo camino dibujado entre los tréboles. Las mismas cortezas de árboles que, al paso del viento, suenan como una marea de agua y no como tierra. 
Al año raro le queda apenas una semana y la aceleración exponencial sigue su movimiento ascendente. Han hecho falta 20 años para sentir alivio y, al mismo tiempo, querer invadir Polonia con la ira de tantos años desperdiciados creyendo el discurso de otros, no eres suficiente, no serás lo suficiente. Y sin embargo, ya lo era de partida. 
Voy y vuelvo por los mismos caminos de Tassara que me han visto tantas veces correr y de los que tomo el nombre para la eternidad.


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