Llevo tiempo pensando que la forma en que las personas se relacionan, resulta de vital importancia en los resultados que estas obtienen. Y creo también que es independiente del entorno donde la relación se de, familia, empresa, actividad social, etc.
¿Y si un porcentaje importante de los resultados que obtienen las personas, la sociedad, las empresas, estuvieran vinculados a algo tan intangible, como el cuidado y tipo de relación social que mantengo con los demás?
Conducía distraído en las primeras horas de un jueves cualquiera con destino hacia el centro de formación de una empresa de este país, para afrontar el segundo de tres días dedicados al como y al porqué de la comunicación humana.
Casi sin conciencia de ello, una inesperada y matutina tertulia deportiva comenzó a colarse por los rincones de mi coche. Era la mañana siguiente a que el Barcelona conquistara la liga 2005-2006, en el campo del Celta de Vigo.
Debo confesar que la irracional pasión que siento por el deporte rey no me llega muchas veces para entender, compartir y mucho menos disfrutar de la torpe escenografía que hay montada en torno al fútbol.Nunca espero demasiado de las palabras que pronuncian los actores de esta obra.
Quizá por eso, la pregunta del conductor de la tertulia me pareció fácil, esperada…tremendamente perezosa. Más de lo mismo.
.- “¿Vicente… a que debe el Barcelona este titulo?”
Dispuse mis oídos para escuchar “lo de siempre” y rápidamente anticipe respuestas posibles, mientras seguramente el tertuliano de turno comenzaba a emitir sonidos.Mis interpretaciones sin embargo, no impidieron que escuchara el corazón de la respuesta…
Vicente Del Bosque, Campeón de Europa y última referencia de éxito del madridismo, con sus 7 títulos en tres años y medio…muy calmo y más sereno aún, eligió contestar fuera del guión.
Vicente dijo….- “…en este equipo se llevan de maravilla, se palpa una buena relación entre ellos…”
Reconozco que no esperaba esta respuesta. Era algo diferente en un mundo donde reinan frases como “el fútbol es así” y “fútbol es fútbol”. Quise escuchar “más allá” de las palabras y entonces apagué la radio…
En INFOVA, la consultora para la que trabajo, llevamos un tiempo sembrando en el mundo de la empresa de este país, la importancia vital de entender que la forma en que nos relacionamos con los demás, es decisiva a la hora de obtener resultados. Que por encima (y por debajo) de todas las relaciones pintadas en un bonito organigrama están las relaciones sociales que engrasan un engranaje determinado y muchas veces el problema no está en el mercado o en la estrategia…sino en que dos directores cualesquiera no se dirigen la palabra o más sencillo aún, practican entre ellos el deporte nacional de faltarse el respeto.
Bajo el disfraz facilón de creer que la empresa no es el lugar de las emociones o la sana cercanía, tejemos discursos obsoletos que pretenden negar la esencia gregaria del ser humano. Solo un par de ejemplos. Seguimos enviando a nuestros comerciales a la búsqueda del mercado, con frases tan edificantes como ¿Qué hacéis que no estáis en la puta calle vendiendo? o pretendemos motivar a nuestra gente con arengas tan elocuentes como “Esta es la mierda de variable que has conseguido este mes”. Por cierto, frases textuales y en boca más de una vez de algún alumno al límite de su tolerancia.
Es igual…cuando los resultados no sean los esperados, pondremos patas arriba la empresa, haremos los cambios “necesarios”, sin fijarnos siquiera, cuanta arena hemos echado en el engranaje de nuestra organización descuidando alevosamente nuestras relaciones personales.
Quizá podríamos poner ejemplos similares en nuestras reuniones familiares, en nuestros grupos de amigos, en cada acto cotidiano donde recibimos o damos un servicio, obviamente en las pseudo tertulias de televisión, y como no desgraciadamente en las escuelas donde nuestros hijos se forman. ¿O debo decir donde se deforman?
Reconozco que aquella mañana de jueves, seguí un buen rato en mis diatribas y pinté entonces en mi cabeza el rostro de Arsenio Iglesias, aquel artífice del SuperDepor, que desafío la supremacía de los grandes en los años 90…aquel entrenador que no sabia mas que jugar un 5-3-2 inamovible y que no se fiaba ni de su sombra, como buen gallego.Nunca sabremos a ciencia cierta cuanto sabía de fútbol, pero si sabemos hoy, que supo ser el abuelo, el padre o el amigo de un grupo de futbolistas que en el Deportivo se exiliaron del fracaso de otros equipos y también de una estrella mimada, Bebeto…un niño que se paseaba por las calles de la Coruña con su hijo en brazos, sonriendo y firmando autógrafos a quien quisiera demostrarle su cariño.
En la acera futbolística de enfrente al Barça…las cosas llevan un tiempo siendo distintas. Hace no pocas semanas atrás, tras la marcha de Florentino Pérez, Sergio Ramos se quejaba amargamente sobre la reacción de sus compañeros ante el gol que le marcó al Mallorca en liga. “Parecía que el gol lo había marcado el Mallorca”, dijo luego a la prensa.
Tras las declaraciones del propio presidente saliente sobre lo “malcriados” que eran sus jugadores, salieron a la prensa un rosario de explicaciones y confirmaciones sobre las relaciones que mantenían entre sí los jugadores del Real Madrid. Mucha gente “explicando” lo bien que se llevan y lo unidos que están. “Dime de que presumes” dice el dicho….
Un ejemplo sangrante. La foto reveladora que publica el 9 de mayo el diario Marca. En la imagen solo 6 jugadores del Real Madrid permanecen en el centro del campo aplaudiendo y esperando a que el gran Zidane se despida de su afición y de su profesión. ¿Y el resto?...el resto son mayoría.
Cuando escribo esto, solo han pasado horas desde que el Barça volvió a ganar, esta vez la Champions League.
En el minuto 18 de la gran final, el arbitro expulso del campo a Lehman, el portero titular de Arsenal. Se dispuso a entrar al campo, Manuel Almunia, un español de Navarra…“No se hablan entre ellos” dijo Michael Robinson en la transmisión de Canal +.
Quise creer que el Barcelona ganaría la final, cuando al seguirlos en la imagen, me pareció ver que Almunia y Lehman, no se saludaban ni se miraban la cara. Un tímido toquecito en el pelo por parte del alemán. “Es un sinvergüenza” declaró el español al ABC al día siguiente. A tres metros uno de otro, tan lejos ambos de lo que sentía el ser humano disfrazado de portero…tan lejos…este Arsenal del éxito.
En cualquier situación, en el departamento de la más aplaudida empresa de este país, en tu familia, o dirigiendo un colegio, hay una oportunidad para elegir quienes vamos a ser. Y se puede ser el Raúl, que en su peor momento profesional se queda en el centro del campo a reconocer a un referente como Zidane o ser cualquier de los otros 14 o 15 que son mayoría.
Y puedes ser Mourinho o Van Gaal, con resultados… es cierto, pero pagando el precio de vivir alejados de la gente, el precio de destruir sin darse cuenta y por supuesto también puedes ser Del Bosque o Rijkaard….ganando también, desde la serenidad y el respeto, preparando un camino más largo y que quizá recorra menos gente, pero con la certeza de que estás construyendo.
Me pregunto si todos tenemos la claridad de quienes queremos ser en la empresa, en casa, en la escuela o en la cola de un supermercado…
Vuelvo sobre Del Bosque y su inesperada respuesta de jueves...Y pienso en voz alta… que razón tienes Vicente.
Dicen que vuelve al Madrid…quizás no este todo perdido aún…en este teatro irracional del fútbol y… la vida.
* Este artículo fue escrito el 22 de mayo de 2006, por Alejandro Busto Castelli.
A 22 de marzo de 2011, Del Bosque ha sido campeón del mundo con España aplicando lo que dijo aquel día en la radio. A Rijkaard le ha seguido en el Barcelona un tal Josep Guardiola y ha ganado prácticamente todo lo que ha jugado. Mourinho y Van Gaal se disputaron hace un año la Champions league. La ganó Mourinho que en este momento dirige desde una trinchera, al Real Madrid de Florentino Pérez, que ha regresado. Para ganar por fin, ha aterrizado en Madrid, Cristiano Ronaldo, un futbolista que hace goles y filigranas con la misma facilidad que hace muecas y genera rencillas y odios entre todos los compañeros de profesión. Nos cuentan que a salvo de su soberbia, queda su propio vestuario ¿o no?...