El tío Carlos trabaja en banca, y me acuerdo bien de cuando hicieron las maletas para marcharse a Burgos, su nuevo destino. Parece que ha pasado poco tiempo, pero me dijo el viernes que fue en el el año 91. Así que lo que iba a ser una temporada se ha convertido en más de dos décadas, que han transcurrido en un abrir y cerrar de ojos. Creo que estará encantado con su merecido descanso, pero dice que le da pena dejar la oficina y a sus compañeras. Sonia, Sara, Cristina y Conchita lloran cuando piensan que se va. Las envío un saludo y ánimo. Sé que visitan con frecuencia este rincón. No os preocupéis, seguro que Carlos irá a veros a menudo. Pasarlo muy bien el sábado.
Pensar en la jubilación de Carlos me lleva a calcular que a mi me faltan casi 30 años para retirarme del mundo laboral. Eso en el caso de que tenga suerte y se mantenga en 67. Porque al paso que vamos me veo trabajando con 75. Aunque de eso no me voy a quejar, porque sé que tener trabajo es un lujo. Y yo una afortunada, porque empecé hace casi veinte y todavía no he parado. Esos sí que han pasado rápido.