YA CÓRRETE, PUES
Escrito por Jorge Morelli. (@jorgemorelli1).
La Cancillería ha pasado a manos de Nadine. Ante la renuncia irrevocable de Roncagliolo –aun no se sabe con certeza por qué- y antes de que el caos se apodere de la escena, ella ha tomado rápidamente el control de la mesa en Torre Tagle y reacomodado a los caviares de su portátil.
La portátil la integran Eda y su edecán Figallo (que pretendía archivar el indulto), y el ya gastado peluche Jiménez Mayor, operador inmediato de este cambiazo.
¿Cómo quedan las cosas? Igual, en realidad.
La sensación que transmite el gobierno es que el tiempo se ha detenido. No decide nada, solo quiere perpetuar el momento, mantener todas sus opciones abiertas al mismo tiempo aunque sean incongruentes entre sí: la reelección conyugal y la alianza con Toledo más el apoyo del Nóbel; la inhabilitación para García y la incertidumbre para el Chino.
Es el mundo del absurdo.
En el cuento de Alicia (de Lewis Carroll), los comensales -el Sombrero Loco, la Liebre de Marzo y el Lirón- se desplazan incesantemente de un sitio al siguiente alrededor de la mesa sin poder tomar el té en ninguno, porque el tiempo se ha detenido.
La portátil también se muda con impaciencia creciente de un sitio al siguiente y si se le pregunta –como Alicia- qué hará cuando haya dado la vuelta a la mesa si nadie lava las tazas sucias, la respuesta malhumorada es que ya no hay que hacer preguntas.