Estos días no hago más que ver en medios digitales que esta temporada de Navidad podría salvar al comercio español. Y yo que me alegro. Pero realmente, ¿ese es todo el sentido que tiene ya una celebración tan señalada como ésta?
Tengo la fortuna de ver a mi familia cercana bastante a menudo, no tanto como nos gustaría a todos y muy lejos de lo que seguramente le gustaría a mi madre (hola mamá). No llego a entender por qué nos tenemos que ver durante tres días seguidos para comer y beber hasta reventar y, por supuesto, discutir de política, sexo o religión. Porque ya que sacamos lo de la religión, no me considero religioso, y, por tanto, no sé para qué demonios me meto en la vorágine de estas fiestas y estoy todo el día pensando en que si alguien estará cenando a solas esta noche o comiendo mañana.
Lo único que veo en estas fechas es a mucha gente desgraciada, echa de menos a alguien que se ha ido este año. Tiene una crisis galopante que no le permite ser normal y consumir a destajo o, simplemente, le va el rollo de revolcarse en el barro de su depresión (aquí no incluyo a aquellos que estén enfermos, no me malinterpretes).
Francamente, me gustan estas fiestas porque tengo vacaciones (gracias al gobierno de un estado laico) y aprovecho para estar con los niños, que se mueren de ilusión básicamente por dos días, el de Noche Buena y el de Reyes, y ya sabes el por qué, porque ya es Navidad en los centros comerciales y podemos comprarles juguetes a mogollón para salvar el año de muchas personas que, con otra mentalidad, quizás lo pasarían mejor durante todo el año.
A mi familia y amigos, os deseso lo mejor qpara estos días, lo que vosotros queráis... Para los que os habéis cruzado conmigo en algún momento de mi vida, y por lo que sea hablamos poco o, simplemente ya no hablamos, exactamente lo mismo...
Y lo más importante: Come hasta reventar, bebe como si el mundo se acabara y, cuando sientas que la oscuridad te abraza, estirado en el suelo, y la humedad y el frío agarroten tus huesos, posiblemente significará que te has orinado encima, no vayas hacia la luz, podría tratarse de una farola y, qué demonios, aquí no se está tan mal...
Felices fiestas, si vuelves a casa, lleva cuidadito y disfruta de la familia y los amigos, que es el verdadero espíritu de la vida...