Mira que cada vez me hace menos gracia la Lotería de Navidad. Te sientes obligado a comprar y comprar por compromiso o porque no sea que les vaya a tocar a los demás y a ti no, y al final te gastas una pasta que como mayor e improbable recompensa tendrá el tapar agujeros.
Cuando ya tenía decidido gastar lo mínimo en la lotería de este año -eso sí, el resto me lo gasto en el Euromillones, que eso también tapa un agujero, pero un agujero negro-, sale la campaña de la lotería de Navidad para recordarme eso, que lo mismo le toca a todos menos a mí y encima me tengo que alegrar por ellos.
Mientras dudo en asegurarme de que si al vecino que tan mal me cae le toca, a mi también me toque o centrarme en jugármela a ver si no tengo que volver a ver a ese vecino, al menos puedo disfrutar de esos anuncios, pequeños retazos de historias vinculadas al premio. En total son nueve distintos, algunos malos, otros regulares y otros conmovedores. Lo mejor es que están dirigidos por el fantástico Santiago Zannou, director de las destacadas El truco del manco y Alacrán enamorado, y alguna de las interpretaciones.
De las nueve historias me gustan Beautiful -seguro que la protagonista me ha influido mucho- y, sobre todo, Carpeta y El mayor premio es compartirlo
Con lo que me quedo es con la ilusión, la alegría de la gente porque algo les cambie la vida y el saber que puede suceder. Aunque, con los tiempos que corren, ponerlo en un anuncio quizá sea jugar sucio.