![Ya no te quiero (por Isa) Ya no te quiero (por Isa)](http://m1.paperblog.com/i/42/423446/ya-no-quiero-isa-L-mCZxZe.jpeg)
En cualquier caso, lo duro no es reconocerlo sino asumirlo. Asumir el final del amor es tan angustioso, tan decepcionante, tan involuntario como la muerte. De hecho, es como si te murieses un poco, como si pereciera una parte de ti. Una parte que hasta ese momento creías imprescindible. Incluso es inevitable tener la misma sensación de estúpida impotencia con la que te despides de un moribundo.
Los que apoyan vertientes filosóficas relativistas (que según el Papa son demasiados) dicen que en realidad todo depende de la percepción del amor que tenga cada uno. Puede ser. Desde luego, hay -¡como mínimo!- dos tipos de amor claramente diferenciables: El "fraternal", familiar, el de la serena convivencia, el de los matrimonios ancianos, el de los amigos vitalicios... es de los que dura, sino eternamente, casi. Pero ése no se parece en nada al pasional, al de la efervescencia y la necesidad enfermiza, que sin embargo es de los que más rápidamente se extinguen... O eso dicen.
Es sobre todo, la asunción de la pérdida de este segundo tipo de amor la que además de ser más frecuente genera más enajenación. Claro. Es un contraste tan drástico. Pasar de la necesidad absoluta, inquebrantable, física... a la desidia, al bostezo, a la asfixia, a la búsqueda de aire... dejándote como un convaleciente post-operatorio, con un vacío orgánico, como si te hubiesen extirpado alguna glándula hasta entonces vital.
El desamor duele hasta el enloquecimiento, sí. Pero aún conociendo el riesgo que se corre, siempre merece la pena intentarlo, ¿o no?
Tonino Carotone: 'Me cago en el amor'