Yo no sé que tiene esta tierra. Tiembla, se resquebraja, desploma todo lo que lleva encima pero la gente que le canta y le da vida, mis hermanos Diidxazá cantan de lo profundo de su pecho:
Guenda nabani xhianga sicarú
ne gasti rú ni ugaanda laa.
Que se traduce al español más o menos así
"¡Cuán hermosa es la vida y nada hay que se le compare!"
He pasado unos días enormes, duramente humanos, llevo el corazón hecho pedazos porque uno de esos pedazos no se puede ir conmigo ya. Se me queda en esta tierra del istmo en Oaxaca. Hay días que parece que la vocación anda toda rota y la soledad es más honda de lo habitual.
Yo no sé de cierto que tiene esta tierra. No se muchas cosas, no tengo muchas respuestas y hay días que mis preguntas se me vuelven escarpias. Hay días como estos que recuerdo lo que tuve claro hace muchos años. El que sufre es mi hermano, y si no hay nada que pueda hacer por él; al menos sus lágrimas serán mías también.
Yo no sé muchas cosas, es cierto. Apenas y entiendo que si el dolor ajeno no te pica allá en el fondo de tus entrañas nada de lo que pase, nada de lo que yo diga o escuches en tu templo va a llegar a tu corazón.
Ya estás muerto.