Esta vez nos dio la vena hippie total y María acabó pariendo en el agua.
La cosa pintaba interesante desde el principio, en vez de ir a parir a 15 minutos de casa y sabiendo que llegas al hospital aunque la niña asome ya una oreja, decidimos que queríamos parir de forma natural alejados de los tubos y el ambiente del "estoy enfermo" que transmiten los hospitales. Así que decidimos parir en la maternidad Acuario, a 10 minutos de Denia y a hora y media de nuestra casa, ayyyyy.
Yo estaba tranquilo porque entre Valencia y Denia tenemos un buen arcén en el que, digo yo, se podría parir comodamente. Al final no hizo falta ni arcén ni que los del peaje nos asistiesen. María comenzó con contracciones un martes por la mañana y tuvimos todo el día para hacernos a la idea, hacer el petate y ponernos en marcha.
Llegamos a la maternidad a eso de las 21:00 y el matrón que nos tocaba nos dijo que pensaba que sí, que la cosa estaba en marcha. Vamos, habíamos dejado a Caleb con los abuelos, habíamos hecho las maletas, habíamos hecho 100 km., pagado peaje y gasolina... ¡desde luego que paríamos! De una forma u otra de ahí no volviamos con las manos vacias (y con la barriga llena).
Al más puro estilo nuestro, decidimos que nos pirábamos a cenar aprovechando que Caleb estaba con los abuelos. Al final me comí yo las patatas del McDonald's de María porque las contracciones no le dejaron cenar tranquila. Una pena, yo pensaba que a lo mejor nos daba para ir al cine, otra vez será...
A las 23:00 volvíamos para decirle al matrón que no nos habíamos equivocado y no hizo falta. Nos encontró en las escaleras del centro y María abrazada a la barandilla... "¿Qué tal todo?" - "¿Es que no lo ves?... ¡de maravilla!" - un poco surrealista, supongo que de ver mujeres parir al final te acostumbras cuando alguna acaba abrazada a cualquier parte del edificio.
Al rato pasamos a la sala de partos, María se agarró a un montón de almohadones y se dispuso a pasar contracción a contracción... ¿a esto no se le podría echar un pelín de aceitito para que se abriera mejor, más rápido y sin tanto dolor? Yo le echo a la puerta de casa y ¡oiga, una maravilla!
A eso de las 1:00 le ofrecieron a María pasar a la bañera donde el dolor se mitiga un poco. Bueno, no había acabado el matrón la frase y mi chati ya estaba en el agua... si algo ayuda a pasar ese dolor vale la pena probarlo.
Mitigar no se si mitigaría pero le daba a la situación un aire muy cool. Parir en el agua, admitámoslo, tiene caché.
A eso de las 2:00 la nena intentaba asomar la cabecilla, así que María se puso manos a la obra y a empujar. 45 minutos después salía la niña echa una campeona.
Ya somos cuatro. Y por ahora María ha hecho todo lo complicado, te quiero guapa eres una campeona.