Revista Literatura

Ya soy mayor

Publicado el 25 octubre 2011 por Migueldeluis

Hoy cumplo 41 años y estoy encantado de comunicar que me hace más ilusión que cuando cumplí trece. Aunque eso no es difícil, a decir verdad. Desde niño he pensado que un día es lo mismo que otro día; bueno, salvo por un detalle sin importancia: nuestros días en este mundo están contados. Supongo que por eso hay gente que ve con miedo cumplir los cuarenta, cincuenta o sesenta. Nos recuerda que todo, hasta nosotros, nos acabamos.

La esperanza de la resurrección, de la vida eterna o de la reencarnación o de cualquier otra forma de existencia después de la muerte no modifican este hecho. Primero porque es una esperanza y una fe, no un hecho. Segundo, porque en cualquier caso esta vida de aquí y de ahora en este mundo y era se acaba. Y eso es un cambio muy grande, y como todos los cambios nos da miedo.

A los 41 uno deja de ser joven. O mejor, he decidido que a los 41 he dejado de ser joven. ¿Qué por qué a los 41 y no a los 40? Pues porque las series numéricas empiezan por 1, que es una razón tan mala como cualquier otra. Es cierto que la infancia, la adolescencia, la juventud, la edad adulta, la madurez y la vejez son realidades socialmente construidas, pero a la vez tienen cierta base biológica detrás.

En plata: cuando era adolescente mi cuerpo se comportaba de una manera y la gente esperaba de mí que hiciera ciertas cosas. Y luego claro, estaba lo que yo quería hacer, hacía y sentía. Ahora mi cuerpo se comporta de otra manera, le sale menos acné y alguna cana; la gente espera cosas distintas de mí y yo me siento más libre para hacer y sentir como me dé la gana. Supongo que esa libertad es la ventaja de ser adulto.

Por eso, lo que me hace ilusión no es que hoy cumpla 41 años. Cuando cumplí 13 lo que tenía es miedo, de mi mismo, miedo en convertirme en esos monstruos caprichosos con los que el cine se empecina en describir a los adolescentes. Unos tipos preocupados por la moda, obsesionados por caer bien a los amigos, aunque estos amigos sean asesinos en serie, gritones, gandules, malhumorados y con ganas de tirarse por un puente para ver que pasa cuando chocas con el agua. Me llevó casi dos años que me desapareciera ese miedo y que comprendiera, que sí, que es verdad que las hormonas hacen que te cambie el humor y que te empiecen a gustar otras cosas, pero es más cierta la libertad. Al final eres tú quien toma las decisiones.

A los 41 sé que me va a seguir gustando jugar; no como un niño, ni tampoco como un adolescente, pero jugar, qué diantre. Y también sé que ha llegado mi mejor momento; estos serán años de crear, de hacer cosas que merezcan la pena, y de disfrutar con los sudores. Quiero que me quede una gran vida por delante, y es que ahora voy a vivir mis sueños,

Ya soy mayor.

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