Los hay regalados, comprados, encontrados y tomados prestados
Partamos de que soy -lo confieso- un inculto literario, y que poco o nada puedo contar sobre libros y literatura que no hayan dicho ya otros mucho antes y mucho mejor. Internet está llena de blogs magníficos sobre estos temas, que sigo fielmente. Gente que sabe de lo que escribe y que además sabe contártelo. Gente que me da envidia cochina y que iremos citando por aquí. Yo ni siquiera he leido a Faulkner. Ni a Philip Roth. Ni a Bocaccio.
Por mi parte, me conformo con amontonar libros. En ocasiones hasta leo alguno. A esta amalgama de libros reunidos sin criterio alguno la llamo Biblioteca. Así, con mayúscula, porque soy un pedante (ya hablaremos de eso).
Cuando me leo un libro y me gusta, que es casi siempre, me da por hablar de él. Y eso, entre otras cosas, haremos aquí. Hablar de libros. Y recomendar lecturas, Pero sin sentar cátedra ni tratar de convencer a nadie de nada. Sólo dando una simple opinión personal, ni mejor ni peor que las demás.
Por supuesto los comentarios son bienvenidos. Espero que conversemos e intercambiemos ideas y opiniones. El tiempo lo dirá.
Me gustó la palabra Kindlegarten desde la primera vez que se la escuché a un amigo, una persona grande en todos los aspectos. Resulta que el vocablo ya existía hace tiempo (aunque en ese momento no lo supiésemos, cosas de la invención paralela) y me choca que no haya calado aquí, con lo permeables que somos a los neologismos-barbarismos (globbish, que le dicen los modernos). UrbanDictionary la describe como "Lugar donde la gente se reúne para leer e-books; en especial una zona con asientos comúnmente hallada en Starbucks"*
En mi pueblo no hay Starbucks ni falta que hace, pero me quedo con la idea de un lugar para leer con otras personas y, ya puestos, tomar café.
Ahora voy a ordenar un poco esto y enseguida empezamos. Nos leemos.