Yo no he roto el cristal. Yo no he sido. De verdad que no he sido yo. Por qué no me creen. Yo no he sido. Nunca fui yo. Estaba allá y lo vi todo suceder romperse como si fuera en mis ojos. Vi los cristales de mis pupilas de cristal hacerse pedazos acantilados y brillantes y llorarlos y caerme en ellos y quedarme ciega hasta que me culparon a mí por romperlos. Cómo puedo insistir en que yo no he sido. En que nunca fui. Qué más culpa que cortarme con ellos y sangrarlos en lágrimas vertidas quebradas. Qué más culpa que tenerla sin tener la culpa. Yo no rompí el cristal. Y nadie me cree. Ni siquiera soy capaz, no tengo ni fuerza para romper nada. No puedo romper más que mi alma por gritar que yo no he sido. He roto sin querer los cristales de mi madrugada. Los cristales de mis ojos de noche que nadie ve ni quiere ver. He roto mi llanto al dejarme sola y quieta y no tener a nadie. Me rodean rotos cortarme con ellos. A dos pasos de mí en cualquier dirección. He roto los cristales porque ya no me quedan lágrimas que romper.